Debemos cultivar desde las familias los afectos y la consideración a los otros

Las Tunas.- Tras una larga y tediosa espera vio el "cielo abierto" cuando pudo abordar la guagua. El aspecto cansado y cabellos canosos delataban sus más de 70 años de edad. No tuvo la "suerte" de encontrar un puesto y permaneció muy cerca de la puerta agarrada a una de las barandas, mientras sostenía con la otra mano un bulto que parecía algo pesado. A su alrededor, unos cuantos desviaban la mirada simulando no verla para mantener la posición privilegiada en el ómnibus.

Por varios minutos estuvo de pie, con el sudor resbalando por su frente y una súplica estampada en el rostro; hasta que una mujer de unos 40 y tantos años dio el paso, al tiempo que murmuró: "Le zumba que haya tantos jóvenes aquí y ninguno se inmute". Quienes la escucharon hicieron oídos sordos y, una vez más, cambiaron la vista con una indiferencia que asustaba.

Debemos cultivar desde las familias los afectos y la consideración a los otrosOtra escena similar ocurrió en una cola para comprar la "balita" de gas. De más está alegar lo que implica hoy acceder al preciado producto; los días y noches para alcanzar un turno, la gente ausente a su trabajo, los impedidos acudiendo al sitio hasta en sillas de ruedas… una verdadera odisea. Por eso, a nadie le resultó extraño que aquella anciana saliera con su cilindro a rastras y una sonrisa.

Pasó por al lado de hombres y mujeres de aspecto saludable y juvenil, pero nadie la auxilió; todos estaban en lo suyo y, en definitiva, ella ya llevaba su "premio". A pocos pasos le faltaron las fuerzas, debió solicitar ayuda a un muchacho que iba en bicicleta; así llegó a casa, dando gracias a Dios por su "suerte", y con el sabor amargo que le dejó la actitud indolente de tantas personas. Mientras me cuenta su experiencia solo atino a pensar en mi abuela y mi madre, y no dejo de preguntarme a dónde han ido a parar la sensibilidad, el amor al prójimo, la solidaridad...

La prisa de las nuevas épocas, las carencias y todo lo demás no puede cegarnos el corazón. Y no se trata de una cuestión generacional; conozco mayores que no miran a su costado, a los que solo les importa su bienestar, incluso, si para ello deben pisar a otros, o sencillamente ignorarlos. Así forman a sus hijos, los convierten en seres egoístas, y de a poco el mundo se va plagando de apatía y perdiendo las esencias.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) considera que "la sociedad actual se encuentra inmersa en una profunda crisis de valores, preocupándose únicamente por la economía". Y más que eso, lo que de veras está en decadencia es nuestra capacidad de cultivarlos y de ponerlos en el lugar correcto.

En esta situación han influido los adelantos tecnológicos que, si bien ofrecen muchas ventajas y acortan distancias, también alejan a los más cercanos. No es una realidad exclusiva de Cuba, sin embargo, en una nación como la nuestra, marcada por tanta escasez, Debemos cultivar desde las familias los afectos y la consideración a los otrosprescindir de valores complejiza la vida misma. El cansancio, el estrés, la desidia… agobian y mantienen cautivos a muchos en un mundo mezquino, en el que solamente cuentan los propios intereses.

Este fenómeno se manifiesta en todos los aspectos: en el modo de hablar, de relacionarse, de resolver los conflictos, en la rivalidad de quienes intentan acaparar bienes... Cada vez más crece la tendencia hacia el consumismo exagerado que aleja los principios y fomenta el egoísmo y la falta de empatía.

Nos queda entonces cultivar desde las familias los afectos y la consideración a los otros; despojar la idea de querer siempre algún provecho, cuando la verdadera satisfacción radica en hacer el bien. Costará tiempo y esfuerzo, pero bien vale la pena rescatar esas virtudes que definen no solo una conducta individual, sino a una generación e, incluso, al país que queremos tener. En esa reconstrucción social nos corresponde mirarnos por dentro, y empezar a salvar la humanidad que nos habita para abrazar un mejor futuro.

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