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Las Tunas.- Andaba detrás de su mami, como casi siempre, pero la inocencia de la primera infancia lo protegió de lo que estaba a punto de suceder. No advirtió, de ninguna manera, que su condición de salud estaba cambiando, ni notó tampoco la preocupación en sus ojos. De manera muy repentina su mamá se puso de parto, no pudo llegar al hospital y tuvo a su hermana ahí, frente a él.

Rabiel tenía poco más de 2 años y había sido tocado por una experiencia demasiado inusual: presenció un alumbramiento por primera vez. El tiempo luego trastocó el recuerdo, pero definitivamente marcó un camino por el que la vida, o la suerte, le impulsaba a seguir.

A los 14 años, en plena ebullición de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), su incursión temprana en la organización de masas le otorgó como reconocimiento participar en la inauguración del hospital Ernesto Guevara. Salió con el alba de su pueblecito natal, Chaparra, en "Jesús Menéndez". La obra le pareció monumental, las batas blancas lo emocionaron… Nunca imaginó que aquel sitio resguardaría sus pasos.

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doctor Rabiel Cárdenas Peña 1Detrás del micrófono, el doctor Rabiel Cárdenas Peña no habla mucho de su condición de especialista de Segundo Grado en Ginecología y Obstetricia, sus dotes como profesor auxiliar, investigador agregado, ni su maestría en Atención Integral a la Mujer. Los ojos le brillan cuando narra el peso exacto de un recién nacido que llora, o no, por primera vez. Asegura que "ese cuerpecito tiene todo el valor del mundo".  

"Fui un niño de bajo peso. Mi mamá tuvo un parto pretérmino y, por tanto, hubo un riesgo ahí que después entendí con la magnitud que se requiere", explica el galeno. "Todas las vivencias de mi infancia, las que me contaron y las que recuerdo, me dotaron de una sensibilidad extra para con la mujer que va a tener un hijo y el bebé que viene en camino.

"Medicina no fue mi primera opción. En el año 1983, cuando tuve que seleccionar la carrera, pedí una militar, que se estudiaba en Holguín. Pero por cosas de la 'suerte' sufrí un accidente y no pude continuar ese sueño. Parece que la vida me estaba obligando a irme para la Salud. Así que cuando terminé el duodécimo grado opté por ser médico.

"Tengo tantos recuerdos de los primeros años… Fuimos el primer curso que empezó aquí desde primero hasta sexto año de la carrera de Medicina. Por esa fecha empezó realmente la nueva edificación de la facultad de ciencias médicas Zoilo Marinello. Hoy tengo 35 años de graduado como médico y 32 como especialista, porque tuve la oportunidad de acceder a la especialidad por la vía directa". 

Rememora que Machado Ventura estuvo presente en la constitución del destacamento y en la primera graduación realizada en la propia provincia, y desde lejos también pudo avistar a Vilma Espín. Su contingente nació marcado por el compromiso.

"Cuando tuve que escoger la especialidad no lo pensé demasiado. Mi camino había sido marcado sin darme cuenta. Fui consciente y asumí que tenía que ser Ginecología. Afortunadamente, fue una decisión de acierto".  

DIFERENTES ESCENARIOS, LA MISMA META

El doctor Cárdenas estrenó la profesión en el municipio de Majibacoa, donde más falta hacía en ese momento. "Allí me hice profesor. Fui jefe de un grupo básico trabajando para la formación de especialistas en Medicina General Integral. Después me dieron la tarea de dirigir el policlínico 7 de Noviembre en el mismo territorio, y conocí de verdad el peso de las responsabilidades.

"En mi vida laboral he estado en muchos escenarios. Cuando me han convocado he respondido. Así llegué al policlínico Aquiles Espinosa, luego a la Dirección Municipal de Salud, trabajando en el Programa de Atención Materno Infantil (PAMI) en relación con mi especialidad".

En lo adelante su currículum creció considerablemente. Lo avala el desempeño notable en cuatro misiones internacionalistas, en las que le tocó despojar las nostalgias y sumirse por completo en el ajetreo que presupone este servicio en África y otras latitudes donde los partos están asociados a disímiles complicaciones tras los sesgos culturales.

Hay historias y rostros que el galeno no borra de su memoria y que le enseñaron a respetar su profesión y encontrar los remanentes para avivar la sensibilidad y el amor, el cual tiene que ir por encima de la bata blanca.

Atesora con orgullo la medalla de la misión internacionalista y la Medalla por la Educación Cubana. Fue de los primeros en cursar la Maestría en Atención Integral a la Mujer en la provincia, y luego resultó presidente del comité académico de la convocatoria. Asegura que sus éxitos se los debe a su familia, a sus padres. Sin ese apoyo no hubiera podido adentrarse en tantos proyectos.

"En mis idas y vueltas regresé al hospital Guevara, trabajé como asistencial, fui jefe del Departamento Docente de la Maternidad y, más adelante, vicedirector docente de la institución. Salí de misión y ahora otra vez me encargo de la docencia en este centro. Unido a todo eso, he dirigido durante 17 años, en varios períodos, el Grupo Provincial de Ginecología y Obstetricia".

RETOS POR LOGRAR

"En mi especialidad no me siento todavía satisfecho porque aún falta mucho por hacer. Soy ginecólogo, y si me mandaran a estudiar de nuevo, me haría ginecobstetra. También tuve la oportunidad de hacerme perinatólogo, un diplomado dentro de la especialidad.

"Empecé en este hospital por la parte docente. Tuve un profesor que siempre estaba de jefe de la docencia aquí, y aprendí de él. Después me fue acompañando en las acciones de superación. A los profesores Reymundo Capote Arce y Julio Antonio Pérez Pantoja les debo mucho". 

Habla con vehemencia de la responsabilidad inmensa que entraña formar a un estudiante, porque a la par de los conocimientos tienen que ir valores, conceptos éticos, principios con los que no se puede jugar. Ese sentido de pertenencia lo convirtió en presidente del Capítulo de la Sociedad Científica en Las Tunas y miembro de la junta nacional de su especialidad durante cuatro años.

PARA LAS NUEVAS GENERACIONES

"Tengo tres mensajes que decirles a los futuros galenos. Uno: que sepan que no hay nada más lindo que salvar una vida humana. No pueden importar más el cansancio, los horarios, el salario… Sin dudarlo, yo volvería a ser médico.

"Segundo: mi especialidad es bella; implica trabajar con dos personas y para esas dos personas: un bebé que hay dentro y una madre que está logrando satisfacer algo invaluable para ella. Con la calidad que distingue nuestro trabajo, junto a los neonatólogos y los pediatras, garantizamos la permanencia de la vida. Eso es inigualable. Se marcan indicadores de desarrollo en el mundo.

"Y la otra importante: que estudien mucho, trabajen en colectivo y escuchen todos los consejos de los doctores. Lo que está en juego es lo más sagrado del mundo: el bienestar de dos seres humanos".

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