Las Tunas.- Nadie se amedrenta en este puñado de valientes, no importa la tensión, las largas horas prolongadas de trabajo, los desafíos… están ahí. Los vemos unir los días con las noches trabajando, no saben de horas ni de descansos; de frente, en zonas rojas, tratan de que todo marche bien. El oxígeno preciso, los laboratorios listos, los ventiladores exactos, esa es siempre su rutina.

De ellos también dependen muchas personas. En la Medicina, a veces, dos más dos no es igual a cuatro; pero en la Electromedicina sí, y por esos caminos andan de precisos para que, si de ellos depende, ni una vida se pierda. Las jornadas en el Centro Provincial de Electromedicina, en el Balcón del Oriente Cubano, han multiplicado sus tareas con la pandemia y estas de por sí, ya eran bastante tensas.

Roddiel Merino.“Han sido tiempos de pruebas, hemos tenido que demostrar intelecto, innovación, sacrificios”, así lo califica Robert Vanega Osorio, subdirector general de la entidad.

“Dentro de la Electromedicina trabajamos con los equipos de laboratorios para los diagnósticos y los de soporte de vida, como ventiladores pulmonares, máquina de anestesia, sistemas de gases medicinales, entre muchos otros en los que estamos enfrascados. Buscamos piezas, reparamos los equipos y los adaptamos a nuevas situaciones con el objetivo de aprovechar al máximo sus beneficios a favor de los pacientes.

“Lo más difícil es la falta de piezas de numerosos equipamientos necesarios para combatir la pandemia y otras situaciones; problema que hemos enfrentado poniendo en práctica nuestro ingenio e inventiva para la sostenibilidad”, menciona el subdirector.

“Estamos trabajando unidos para llegar al mejor resultado. Nosotros tenemos electromédicos en todas las áreas de Salud de la provincia y, tanto los del municipio capital como los del resto, están directo a las tareas, sin descanso, en el empeño de hacer cuanto se necesite".

A Roddiel Merino, ingeniero biomédico, se le ve ir y venir con la mente activa por esos pasillos, tanto en los hospitales como en los centros de aislamiento dispuestos para atender la Covid-19. Con solo un año de graduado ya está de frente a la misión.

“Desde que empecé estoy en la zona roja, directamente en este maratón por la vida, como lo llamamos nosotros y es precisamente lo que hacemos. Me tocó trabajar en el Departamento Soporte de Vida, es una especialidad muy complicada y todo el tiempo ha sido preparándonos y llevando esos conocimientos al servicio para que cada desafío salga bien”.

El quehacer de estos valientes, como Raúl Hernández, garantiza un resultado certero en los diagnósticos. Integrante y especialista principal del grupo de Laboratorio de Electromedicina, se encarga junto a su equipo de la atención a los laboratorios clínicos de Terapia Intensiva, las unidades asistenciales…, “pero sin dudas, el trabajo cumbre que realizamos fue la puesta en marcha en la provincia del primer Laboratorio de Biología Molecular.

“Desde el inicio esto trajo consigo mucha preparación, fueron jornadas de estudio, evaluación del equipamiento y se hizo un levantamiento de muchos componentes; luego, en la instalación, trabajamos con personal de BioCubaFarma, Tecnosuma y los centros Nacional de Electromedicina y Provincial de Higiene, Microbiología y Epidemiología.

“En esta etapa hemos trabajado con los analizadores de gases en sangre, que se usan en los laboratorios de Terapia Intensiva, fundamentalmente para pacientes ventilados. Les hemos devuelto funcionalidad a varios equipos del Pediátrico, como los analizadores de química clínica automatizada, y otros al hospital Guillermo Domínguez, en Puerto Padre, con algunas piezas recuperadas.

“También asumimos la ejecución de laboratorios en los centros de aislamiento que llevan esos accesorios. Estamos conscientes que nuestro trabajo es en la primera línea de fuego en esta batalla contra la Covid-19 y eso es una motivación más que suficiente. Lo hacemos por la salud de nuestro pueblo. Más que un reto, es parte de la labor humana que marca a quienes trabajamos aquí”.

Dentro del taller de tornería no es casual encontrar a Juan Nilberto Álvarez Morell, siempre está confeccionando cualquier pieza que haya que modificar o hacerla como nueva. “La verdad no es fácil, pues tenemos que enfrentar muchas dificultades. Esta pandemia nos ha tocado muy fuerte. Estamos metidos en la parte del oxígeno, tratando de solucionar los problemas que van surgiendo”.

Sin dudas, los picos pandémicos y el alto consumo de gas medicinal lo han marcado mucho. “Cuando empezamos a trabajar en la parte del gasificador que alimenta los salones del hospital Guevara, hubo que hacer grandes esfuerzos, trabajamos en los reguladores y tratando de adaptarlos nos pasamos días intensos sin rendirnos, hasta que felizmente se le dio solución. A cualquier hora estamos listos para prestar el servicio, dispuestos a enfrentar lo que se necesite. Sin pensarlo dos veces asumimos el trabajo hasta que se logra.

“Ahora estamos en la adaptación del flowmeter para ventilar a dos pacientes a la vez y eso me llena de satisfacción. Sabemos que hay personas necesitando que podamos hacerlo, que su vida depende también de ello y es por eso que en una situación tan tensa no dejamos de buscar soluciones, de darlo todo, para lograrlo”.

De esta realidad tampoco escapa Héctor Gómez Rosabal, perteneciente a la brigada de Usos Generales en el centro. Los trabajos con los compresores de aire y las autoclaves en los recintos de Salud son los que, últimamente, más trabajo le han dado. “Nos hemos pasado días completos y noches buscándoles soluciones a los equipos hasta que los ponemos en marcha”.

Luis Alberto Zaragoza, desde la actividad de recuperación de equipos médicos, mobiliario y de la campaña contra vectores, labora mano a mano para tener resultados positivos. “En nuestro taller, ahora nos involucramos más con la adaptación y fabricación de piezas para reguladores de banco de oxígeno, flowmeter y de lo que haga falta para los pacientes; pero, sin dudas, lo que hoy nos tiene más emocionados y nos roba el sueño es la adaptación de camas con oxígeno a guaguas Diana, las que funcionarán como ambulancias con más capacidad de traslado.

“A veces hay que adaptar, hacer nuevas piezas, buscar soluciones para que las camillas puedan desplazarse, pero justo ahí estamos nosotros para que ese sueño se alcance y contribuya a una mejor atención a los convalecientes. Cuando hay una idea no nos damos por vencido, le damos cabeza, pensamiento, se nos une el día con la noche y no nos arrepentimos de trabajar así, porque sabemos que esta cruel pandemia no da tregua ni respiros. Pensamos constantemente en cómo recuperar y cuidar esas vidas que nos quiere robar.

“No descuidamos tampoco el mantenimiento a los equipos de la campaña antivectorial, el dengue es otra enfermedad que preocupa dentro de la Covid-19. En esos aspersores derrochamos mucha inventiva. Se dice fácil, pero dentro de estas paredes hay mucho sacrificio para recuperar accesorios necesarios y que sean eficientes. Como todos sabemos, no hay piezas de repuesto y tenemos que echarlas a andar y lograr que funcionen con lo que seamos capaces de inventar”.

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“La contribución ha tenido que ser en conjunto, son numerosas las empresas en las que hemos tocado puertas y han respondido de manera rápida y acertada. Aquí podemos mencionar a Metunas, Acinox, Vascal y Gelma, fundamentalmente en la reparación de muebles clínicos y vinculado con Copextel en la eliminación de salideros en los sistemas de gases medicinales”, agradece Robert Vanega.

"Las 24 horas al servicio de la Salud" es su eslogan; todos lo sabían desde el primer día, pero eso no los hizo cambiar de destino. Cada vez que tienen algún logro no buscan reconocimiento, aplausos, glorias, solo entienden de humanismo, sensibilidad, amor y de saberse útiles a favor de la vida: su mayor regocijo, sin dudas.

Raúl Hernández.

Juan Nilberto Álvarez.

Robert Vanega Osorio, subdirector general del centro.

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