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Las Tunas.- Cuando comenzó la carrera en ingeniería Biomédica, allá en la Universidad de Oriente, alguna idea tenía Roddiel Merino Yan de cómo sería su universo laboral una vez vencido el periplo académico en Santiago de Cuba. El instinto le ayudó a decidir su profesión, porque gustaba mucho de la Biología y la Electrónica, un puente entre ambas le llegó como salido de un sueño. Pero a la fecha, recién graduado y literalmente en constante zona roja, su realidad dista mucho de lo que antes suponía.

Confiesa que desde la misma Universidad ya sabía que su ubicación sería en el Centro de Electromedicina Provincial. Para eso se había formado. En las prácticas laborales había logrado ir encausando el gran cúmulo de Física y Matemática teóricas con las demandas reales de las instituciones hospitalarias tuneras. A su modo de ver, una meta colosal en tiempos normales, y en plena pandemia un reto del que no se desligan sus manos ni su mente…

“Acabadito de graduar me asignaron al Departamento de Soporte de Vida, ya no sé si para mi suerte o mi tristeza -cuenta Roddiel-. Es un trabajo que a casi nadie le gusta y es bien complicado, máxime en este contexto en el que la Covid-19 golpea cada vez a más personas que necesitan hospitalización con determinado grado de complicaciones.

rodiel merino elec 4“Para hacerte un resumen de mi vida desde que me gradué te diría que aquí he estado media pandemia, como dice el cartel, con jornada de ocho horas, pero en la práctica trabajando las 24. La semana pasada el único día que me levanté después de las 8:00 am fue el sábado y porque me cogió tarde. Estamos siempre a la espera de una llamada telefónica, de que vengan a buscarnos a cualquier hora.

“En condiciones normales nuestra responsabilidad es asesorar, porque en cada hospital existe un especialista de Soporte de Vida, y servir de enlace con el Centro Nacional de Electromedicina; pero el coronavirus trastocó todo a su paso, ahora estamos aquí en el hospital Ernesto Guevara para prestar ayuda, pasamos de apoyar logísticamente a ir a las unidades y ponerle cara al SARS-CoV-2, codo a codo con el dolor de la gente y el nuestro también".

LOS ROSTROS DE LA PANDEMIA

“Entramos todo el tiempo a zona roja, no hay límites y lo peor es que ahora veo la enfermedad con otra agudeza, hay una responsabilidad que uno carga hasta su casa y que a veces no nos deja dormir.

“Laboro en el hospital Guevara, en el posoperatorio, donde están todos los pacientes ventilados. Te cuento que nosotros también necesitamos disfrazarnos con toda la psicología posible para tener la mente lista y hacer bien nuestro trabajo.

“En una ocasión instalamos un ventilador cerca de una embarazada, nosotros no tocamos el equipo estando conectados al paciente. Recuerdo que ella estaba consciente, pero la doctora sugirió que lo pusiéramos a su lado, en caso de necesidad por su condición. Cuando la muchacha me vio con los cables en la mano se asustó muchísimo. Me preguntó: '¿Eso es para mí?'. Yo le dije que no, que solo era cuestión de optimizar el espacio, pero demoró en convencerse.

“El pánico que le vi en los ojos no lo olvido aún. Todos los días me preocupaba por esa paciente, era algo que no podía sacar de la mente y, por suerte, no tuvo que usar el ventilador; pero no siempre resulta así, aquí le vemos la cara a la muerte y en varias ocasiones.

“Nuestro trabajo en este contexto no es como la gente lo imagina, en un taller, con herramientas en las manos y escondidos detrás de un buró, ahora uno ve los rostros de la pandemia, el dolor de la gente y el desempeño se hace más duro, pero, a la vez, más gratificante".

MOTIVOS DE ALEGRÍA

“Hace poco recibimos una donación de equipos médicos, entre ellos, ventiladores artificiales y esa, de verdad, es la parte que más me gusta de mi trabajo. Es como tener un juguete nuevo. Aquí leemos los manuales y vamos aprendiendo en la medida que armamos los equipos. Lo mismo sucede cuando recibimos piezas nuevas.

rodiel merino elec 2"Primero nos toca capacitarnos para luego llevar el equipamiento hasta los servicios y capacitar al personal de Salud que los va a utilizar. Debemos estudiar bastante Fisiología (más que la que recibimos en la Universidad) para dominar la terminología médica y poder comunicarnos, sobre todo, con los intensivistas.

“Estos a veces son reacios a entendernos, porque nos toca utilizar términos físicos y matemáticos y ellos dicen que en la Medicina dos más dos no siempre es cuatro, pero en la Electromedicina no puede ser de otra forma. Debo confesar que hay muchos médicos muy aptos en la manipulación de los equipos, como si fueran ingenieros”.

rodiel merino elec 3Roddiel asegura que en los equipos de ventilación no hay mucho que se pueda hacer para innovar, pues a veces un milímetro de una manguera que se varíe puede alterar los parámetros necesarios, pero de cualquier manera a él y a su equipo les persigue el reto de crear soluciones ante el déficit de equipamiento y piezas de repuesto.

“Lo que más se hace es tomar dos modelos de equipos y armar uno, adaptarlos. Pero los compañeros de Recuperación esos sí hacen grandes proezas. Tenemos un tornero, Nilberto, que es de los mejores de oriente, por no decir de Cuba; es un artista, ha creado piezas que parecen originales y contribuyen con la vitalidad de los hospitales.

“Desde que entramos a laborar teníamos conciencia de que Electromedicina Nacional era una gran familia, y lo hemos comprobado con creces. Nuestra Universidad es de carácter regional, así que los compañeros nuestros están dispersos por buena parte del país. Desde Sancti Spíritus para acá nos comunicamos con frecuencia, intercambiamos opiniones, nos ayudamos".

EN CARNE PROPIA

“La pandemia no hace excepciones, amigos y compañeros de aquí se han enfermado. Yo he perdido familia por la Covid-19, no me ha tocado desde lejos, así que el trabajo que hago para mí sí tiene rostro. Por suerte, yo aún no me he enfermado, porque tengo la premisa de que la mejor vacuna contra el coronavirus es el cuidado.

“En mi casa tenemos una rutina, apenas llego me quito los zapatos y la ropa afuera, entro descalzo, me baño enseguida y luego interactúo con mis familiares. En el último año siento que he envejecido.

“De verdad, lo que yo quisiera es que no existiera la pandemia. Hay días dolorosos, que entramos y aunque se toman todas las medidas los pacientes no lo logran. He visto gente morirse en frente de mí, y eso te marca. Veo cómo los médicos batallan, pero ellos mismos dicen que en todos los casos dos más dos no es cuatro y qué triste resulta esa particular incongruencia. Te puedo asegurar que uno nunca está preparado para esto".

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