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Las Tunas.- Todas las miradas y también las preocupaciones apuntan, desde hace más de un año, a la pandemia de la Covid-19, y sobran razones para ello. Pero no debemos olvidar y mucho menos menospreciar a otro enemigo que permanece al acecho y bien sabe cobrar las negligencias. Se trata del archiconocido mosquito Aedes aegypti, transmisor del dengue, chikungunya, fiebre amarilla y zika.

No son pocos los tuneros que han sentido los efectos de la picadura del vector, y la situación pudiera empeorar si no tomamos cartas en el asunto, máxime en este período, en el cual, habitualmente, incrementan los índices de infestación. Así lo expuso el doctor José Ángel Martínez Rodríguez, al frente de la Subdirección de Vectores en el territorio.

Desde hace años la prevención y el tratamiento de las arbovirosis han sido prioridad en nuestro país, cuyo clima tropical es blanco de enfermedades transmitidas por los mosquitos. Sin embargo, el virus SARS-CoV-2 ha limitado la vigilancia epidemiológica de los sospechosos de dengue y de otras, pues los servicios están en función de atender a quienes padecen Covid-19.

Existen evidencias, dijo, de pacientes con dengue en todas las áreas de Salud y, aunque la focalidad ha disminuido respecto al mes anterior, tal registro no es un medidor ni representa tranquilidad alguna, pues “estamos trabajando con un universo menor y un número importante de nuestro personal de vectores ha debido prestar apoyo al enfrentamiento de la pandemia. A ello se suma la imposibilidad de acceder a muchos lugares donde se reportan contagios o brotes del coronavirus, y debemos esperar a que en esa vivienda o manzana culmine la transmisión.

“Eso genera que disminuyan las acciones e, incluso, una errada percepción de la realidad. Hay alta circulación del dengue en los barrios, independientemente de que los casos que se estudien sean insuficientes. Por otro lado, la mayoría de las personas que tienen la certeza de que no están enfermas de Covid-19, se quedan en las casas, y otras veces perciben el dengue por el rash. De manera que no sabemos la cifra exacta, pero sí que es elevada” alertó.

¿ES DENGUE O COVID-19?

Los especialistas alertan que, aunque los síntomas del dengue pudieran confundirse con los de la Covid-19, existen varias diferencias. La primera enfermedad se propaga por la picada del mosquito y la segunda por vía respiratoria. Al principio, las manifestaciones son similares (fiebre, malestar general y alguna diarrea) y resulta difícil establecer un diagnóstico, pero comienzan a distinguirse a partir de las 24 y 48 horas.

Quienes se contagian con el nuevo coronavirus presentan tos, secreción nasal, alteración del gusto y del olfato; mientras que en el dengue predominan los dolores generalizados, la cefalea, la erupción en la piel y también son frecuentes trastornos del gusto, no su pérdida, pero sí un sabor desagradable, sobre todo, al ingerir agua.

Martínez Rodríguez recomienda acudir a las instituciones de Salud para que el profesional a cargo realice la evaluación, determine las diferencias y descarte la posibilidad de una coinfección. “En nuestra provincia no existen evidencias de que una persona haya padecido las dos enfermedades a la vez, pero sí es una posibilidad si se incrementa la transmisión del dengue”.

Algunos pacientes, comentó, han presentado complicaciones por el dengue, sobre todo, en edades pediátricas. Los signos de gravedad son el dolor abdominal intenso y mantenido, vómitos frecuentes, irritabilidad y somnolencia, desmayos, sangrados de mucosa y aumento del hematocrito (volumen de sangre ocupado por glóbulos rojos). “Nunca debemos confiarnos ni permanecer en casa sin un diagnóstico”, insistió.

NO CRUZARSE DE BRAZOS

Recientemente, la fumigación extradomiciliaria en varios barrios de la cabecera provincial no solo permitió eliminar mosquitos en su fase adulta, sino que, además, significó un llamado de alerta a los moradores respecto a la situación epidemiológica que vive hoy Las Tunas con el Aedes aegypti.

“Conocemos las carencias materiales del país y si aun así aquí se destinan recursos para esa actividad, el pueblo debe sobrentender la gravedad del asunto y contribuir a transformar los riesgos medioambientales que pudieran ocasionar una epidemia de dengue concomitando con la actual de Covid-19.

Hoy los índices de infestación, explicó, están por encima de los permisibles en todas las áreas de Salud y, por tanto, hay peligro de una transmisión de dengue. No obstante, el peor panorama se halla en el municipio cabecera, en Jobabo y Puerto Padre. A pesar de la insuficiente fuerza de trabajo se han reforzado los equipos encargados de realizar el bloqueo y la certificación de casos.

“Es preciso eliminar los criaderos del vector, higienizar los patios, tapar los tanques… Hoy más que nunca tenemos que cumplir las medidas de autofocal de manera sistemática. Vivimos momentos difíciles, pero con el accionar de los diferentes sectores y la participación comunitaria podemos revertir el panorama”, concluyó.

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