Las Tunas.- La Delegación Territorial tunera del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) forma parte de seis proyectos internacionales, de los cuales coordina dos, Ecovalor y Mi Costa, con la finalidad de promover el desarrollo sostenible.
Yandira González Mejías, jefa del Departamento de Recursos Naturales, Ecosistemas Priorizados y Cambio Climático, declaró a 26 que estas iniciativas tienen un marcado interés en fortalecer la resiliencia de las comunidades frente a varias vulnerabilidades.
Mi Costa, por ejemplo, cursa esfuerzos en los municipios de Jobabo, Colombia y Amancio para la adaptación de zonas costeras y 24 asentamientos frente al cambio climático. Bajo ese propósito centra su labor en 1300 kilómetros del litoral sur con el objetivo de proteger los ecosistemas circundantes.
Desde el proyecto Koica, en la región manatiense, comenta la especialista, trabajan para fortalecer la producción local de alimentos brindando asistencia a pequeños agricultores y a otros actores importantes ante brechas como las desigualdades de género y la gestión de riesgos. Las viandas será la cadena de valor que privilegiará.
Similares fines, confirma la experta, persigue Alimentación Escolar Sostenible (AES+), implementado en Puerto Padre y ‘Colombia’, que, además, busca fomentar hábitos saludables de nutrición en las escuelas primarias del oriente cubano y el Sistema de Atención a la Familia (SAF) mediante el fortalecimiento de la producción local que incluya la dimensión ambiental, sensible a la nutrición y resiliente a los desastres y al cambio climático.
Específicamente el municipio de Manatí, marcado por un fenómeno tan perjudicial como la sequía, es sede de otros dos empeños de este tipo: Microseguro y Dipecho II. El primero contempla mecanismos de prevención y protección financiera para la continuidad de la producciones y seguridad alimentaria en cooperativas de créditos y servicios afectadas por ese peligro.
Explica González Mejías que realizaron el levantamiento de las vulnerabilidades al respecto de cinco productores de la UBPC 13 de Marzo y ocho de la CCS Gonzalo Falcón. Y ya encaminan un programa de formación para lograr mejores manejos.
El segundo, por su parte, pretende robustecer las capacidades de gestión de riesgo de desastre para reducir el impacto de los eventos extremos en la seguridad alimentaria y nutricional y el suministro público de agua. Abunda la directiva que se trabajó con las 19 formas productivas de ese territorio, a las que se le aplicó una matriz con cinco variables y 30 indicadores para determinar las debilidades que cada una presentaba en cuanto al agua, el suelo, el cultivo, los animales e industrias procesadoras.
“Se construyeron de manera participativa un conjunto de herramientas que contribuyen a reforzar las capacidades de las autoridades municipales, los campesinos y otros actores del nivel local para manejar la sequía de una manera más adecuada, a fin de aminorar su embate”, concluyó.