Las Tunas.- Sin ser una de las provincias más productoras de miel de abejas en Cuba, los apicultores de Las Tunas asumen una estrategia que pasa por diferentes escalas y termina en el año 2030, con el acopio de unas 750 toneladas de ese producto.
¿Podrán lograr ese propósito? ¿Cuánto más falta por hacer para que las colmenas y sus “habitantes” sean más eficientes? Productores y directivos de la unidad empresarial de base (UEB) Apicultura creen que sí es posible, aunque el paso del tiempo marcará la ruta por seguir.
A juicio de esta reportera, también se puede llegar a la meta en el período señalado. Pero desde ya hay que corregir las dificultades subjetivas, que no responden a las carencias materiales de estos tiempos sino a la inercia o a la falta de iniciativas.
Lo primero es la voluntad individual de cada productor y sus motivaciones para que la actividad fluya; y lo segundo, que los pagos retrasados o la falta de atención a esos hombres y mujeres no entorpezcan una labor que tan necesaria resulta para la economía del país.
Luego- y como se ha dicho con otras especies de animales productivos- hay que garantizar el alimento de las abejas. Tenerlas así, “a la buena de Dios” sería prácticamente una locura porque estas tierras tuneras sufren extensos ciclos de sequía.
Se impone, entonces, incrementar los viveros para la obtención de semillas y posturas de la flora apícola y sembrar piñón florido, bejuco indio y campanillas morada y blanca, entre otras plantas melíferas, además de mantener la trashumancia, en dependencia de la etapa de floración en ambos litorales.
Incrementar las colmenas, con sus correspondientes abejas reinas, es otro reto mayúsculo. Según Luis Manuel Peralta Agüero, director de la UEB, los cerca de 150 productores ya tienen 11 mil 500, pero la idea es establecer tres nuevos criaderos en los municipios del sur.
Con el buen funcionamiento de esas unidades y la consolidación de las ya existentes, en el 2030 pudiera contabilizarse la cantidad prevista de 17 mil 20 colmenas. Y con la miel, crecería el acopio de cera, propóleo, polen y jalea real, renglones que también son muy importantes.
El pasado calendario no fue bueno para el territorio tunero, es la verdad. La mayoría de los indicadores se quedaron muy por debajo de lo planificado y específicamente del producto líder apenas se recogieron 336,4 toneladas, de las 521,6 planificadas para el período.
La razón fundamental fue la poca ocurrencia de precipitaciones y, por consiguiente, la disminución de flores productoras de néctar. Sin embargo, también afectó la insuficiente disponibilidad de combustible y dificultades con el manejo por parte de algunos productores.
La garantía de madera para el mantenimiento de los apiarios fue otro problema. Durante el año se limitó la elaboración de elementos de colmena porque los suministradores de Mayarí, Guamá y la Empresa Agroforestal local no cumplieron lo pactado.
Prevenir enfermedades de esos insectos, agilizar las compensaciones a los productores y velar por la calidad final de la sustancia son otros empeños que pueden ir por buen camino. La prueba está en los resultados del 2021, cuando se acopiaron 569,5 toneladas de miel. Y ese es el mejor ejemplo.