Hilda2 UBPC Velasco 20 Puerto Padre foto Jorge Pérez

Las Tunas.- Discurrían los primeros días de la cosecha de caña en la unidad básica de producción cooperativa (UBPC) Velasco 20, del municipio de Puerto Padre, y en uno de sus lotes Hilda Concepción lidiaba con un fogón de leña, y sin reparar en el contratiempo ni en el efecto pernicioso del humo, mantenía su acostumbrada jovialidad en la atención a los integrantes del Frente de Corte 1, de la empresa agroindustrial azucarera Antonio Guiteras.

"Ya me aseguraron que resolverían la situación y volvería a la cocina de gas o de petróleo, según disponibilidades", comentó mientras preparaba el almuerzo de "mis muchachos", porque así denomina a sus compañeros, en su mayoría de menor edad que ella, y todos integrados como en una gran familia.

Hace seis años comparte suerte y desafíos con ese equipo que "se esfuerza mucho y lucha para cumplir las entregas de caña al ingenio", reconoce, y por esa razón hace hasta lo imposible para sortear los problemas en los aseguramientos, por la difícil situación financiera que atraviesa el país. Ella lo sabe bien y enfrenta el reto con pasión innovadora.

"Yo siempre procuro tratarlos bien, porque los veo dándolo todo, cada día, y eso merece elogios y buenas atenciones, y hasta traigo algunas que otras especias que ayudan a mejorar el sabor buscando siempre más calidad. Ellos se lo comen todo y celebran mi sazón", expresó.

Esas y otras razones consolidan la responsabilidad con la cual asume su importante misión; y, deviene fuerza mayor que la ayuda a abandonar el calor de las sábanas hasta en jornadas invernales a las 4:00 am y a las 5:30 iniciar un turno que la aleja durante 24 horas del sosiego hogareño.

Ya cumplió los 64 años y a esa edad pudiera disfrutar de la jubilación, pero su pasión desoye las sugerencias de familiares y amigos, porque considera su labor un sacrificio necesario, "me gusta sentirme útil y reconozco la importancia económica de la zafra y la importancia de apoyar a todos los trabajadores que la hacen posible".

Y como siente placer con su labor, esas rutinas compartidas en las últimas seis zafras en este mismo frente la estimulan a seguir convirtiendo los campos y los compañeros en una extensión de su familia.

"A mí me gusta estar aquí y lo que hago, y atender a los muchachos como a mis propios hijos, por eso sigo apoyándolos desde la retaguardia en sus deseos de cosechar todas las cañas. Es algo que me complace", y ese estado de ánimo fertiliza el bienestar colectivo y su disposición de cocinar en el frente.

Las dificultades de estos tiempos no la paralizan y por decisión propia busca agregos al menú diario y para extenderlo, "le hiervo viandas, invento postres..., para que se llenen".

Hilda se sabe imprescindible en el grupo, pero no se vanagloria de su posición ni por los halagos habituales pierde el rumbo, "ellos me quieren a mí muchísimo", comenta y son evidentes esos sentimientos expresados en lisonjas al buen ser humano que lleva dentro y exterioriza con sonrisas y la disposición de complacer con un guarapo, un café o una infusión que hasta por señas suelen pedirle como adelanto a la cena que viene.

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