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Las Tunas.- Los tuneros Jorge Tratman Brown y Magalis Sánchez Molina tienen varias cosas en común y todas se relacionan con el mundo del tabaco, al que llegaron desde actividades diferentes, casi por casualidad, hace exactamente 22 años.

Los dos laboran en la unidad empresarial de base (UEB) Carlos Baliño López, en la actividad de despalillo, esa que según ella “es el proceso productivo en el que se transforman y preparan las hojas procedentes de las escogidas en las tripas y capotes que requiere la industria para el torcido de puros”.

Ambos son risueños, fumadores de cigarro y coinciden en que el procesamiento de la solanácea es un arte raro y precioso, que atrapa a quien lo ejerce y que los ha colmado de alegrías durante más de dos décadas y quién sabe por cuántos años más.


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Tratman es muy trabajador y lo trae en sus venas por la sangre de sus antepasados de las islas de Barbados y Montserrat. Fue líder sindical en el sector azucarero y ahora acumula largos años como dirigente en varios procesos de la Empresa de Acopio, Beneficio y Torcido del Tabaco.

“Comencé en el Departamento de Recursos Humanos en la UEB del municipio de Las Tunas y luego fui su director. Después estuve en dos períodos al frente de la fábrica Enrique Casals. Precisamente ahí, en el 2012, se logró un récord productivo de siete millones 300 mil unidades. Desde 2016 soy el jefe de la Unidad de Despalillo en la UEB.

¿Ha tenido la experiencia de trabajar directamente con el tabaco?

“Nunca. Y tampoco he tenido la idea de aprenderlo. Parece increíble, pero es la verdad. De las fábricas tengo conocimiento teórico de todo y sé cómo se manejan los procesos y las normas. Soy graduado de Economía del Trabajo y puedo evaluar cuándo se hacen bien o mal las cosas”.

¿Deja la puerta abierta para hacerlo?

“El futuro a veces sorprende, pero no me imagino en eso. Es un trabajo manual y se aprende. Se imparte un curso de seis meses y hay muchachos que comienzan y enseguida están haciendo tabacos. Es el interés que se le ponga a eso. Ya tengo 70 años. Soy jubilado y recontratado. ¿Quién sabe? Quizás un día me decida”.

Magalis habla un poco y enseguida ríe, con la alegría que le da sentirse realizada en su quehacer diario. Domina cada proceso relacionado con el tabaco, tanto en la teoría como en la práctica, y explica con calma cada detalle, como si lo hiciera delante de estudiantes.

Es la jefa del Taller de Despalillo en la UEB y se siente como una obrera más porque de una forma u otra cada día les ayuda a cumplir sus normas. También tiene un verbo rápido y responde ante el asombro de los periodistas cuando miran sus manos. “Sí, lo hago con estas uñas larguísimas”.

¿Por qué escogió el sector tabacalero para la mayor parte de su vida cómo trabajadora?

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“Procedo de Educación y apenas sabía de esta actividad. Me lo propusieron y decidí experimentar. Cuando lo hice me sentí atraída por el proceso tecnológico, que es muy complejo y a la vez, bonito. Mejor dicho, precioso. Comencé a superarme y aprendí.

“Hice un curso de técnico de control de la calidad y luego fui probando todas las operaciones del tabaco. Hasta me atreví a torcer. Claro, ya yo no podría dedicarme a eso porque tengo una tendinitis y las manos pierden capacidad.

"El torcer es un arte y el despalillo también”.

¿Cómo aprendió a evaluar la calidad del tabaco que se compra a los productores?

“En mi labor actual llevo más de seis años y sí, he aprendido mucho. Yo no fumo tabaco, pero lo he probado para determinar si tiene buena combustibilidad. También se puede prender una hoja. Si la ceniza es blanca está apto para el torcido. En cambio, si sale negra no tiene las condiciones requeridas para hacer los puros”.

Con Tratman y Magalis hay dos fuertes puntales para el desarrollo tabacalero en Las Tunas. Cada uno con sus características individuales; pero, con mucho en común. Como ellos, otros trabajadores del sector honran a Lázaro Peña haciendo sus tareas con la pasión de quien acaba de llegar, como si no hubieran pasado 22 años.

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