Carlos Esquivel foto Zucel de la Peña Mora 1

El 16 de febrero próximo, el escritor Carlos Esquivel Guerra recibirá en el colegio universitario San Gerónimo de La Habana el Premio de Poesía Nicolás Guillén, todo un suceso para la literatura tunera

Las Tunas.- El poeta, cual transeúnte del tiempo, desanda las ciudades, sus protagonistas e historia. Toma otras máscaras, se reinventa, en esa búsqueda incesante de lo real y sustancioso. Por el camino puede encontrar cualquier cantidad de fascinaciones: Perros ladrándole a Dios, Epigramas malditos, Los hijos del kamikaze, el Libro de los desterrados...

Pero entonces emprende una aventura lírica, conversando con personalidades de la cultura universal y gana el Premio de Poesía Nicolás Guillén, el más importante de su tipo en Cuba. La reafirmación es evidente: Carlos Esquivel es bendecido por las letras; lo merece. Hoy conversamos con el autor, a propósito de La guagua de Babel, el poemario ganador. Acompáñenos en la travesía.

Me imagino "la guagua" por el viaje (o los viajes) y "Babel" por los fragmentos de piezas en un puzle universal, que confluyen a pesar de su naturaleza diferente. Pero, ¿cuál es tu verdad? ¿Qué existe detrás de tan sugerente título?

"Aciertas en lo que dices, eso, y poco más", describe a este libro de viajes, una especie de novela poética que va reinventando paisajes para después dejarlos atrás; un puzle, pero armado, y desarmado, sobre una avenida (la cultural) resbalosa, muy llena de baches, desvíos y, sobre todo, desenfrenos.

"El poeta es un fingidor. Finge tan completamente que hasta finge que es dolor el dolor que en verdad siente", decía Pessoa. En alguna parte de tu obra expresa: "No hay poesía que no amenace con devorarse a sí misma". ¿Cuál es tu definición de poesía? ¿Cuánto de ti llevas a los versos?Esquivel en Cucalambena

"Todo el mundo es poeta hasta el momento en el que debe disculparse con el lenguaje. La poesía lo que hace es llevar palabras a una dimensión extraña para después traerlas de vuelta. He escrito libros muy diferentes entre sí, sobre literatura, cine, guerras, sexualidad, futbol, béisbol, y en todos, por mínimo que pueda verse, está mi yo dúctil y raigal, mi ineludible compatibilidad con los desvaríos que me suceden".

Desde mi apreciación, es una obsesión tuya (agridulce quizás) conversar con personajes de la cultura universal, trasladarte a su época y contexto, o trasladarlos a ellos a tu realidad, tal cual lo haces en este poemario. ¿Es algo fortuito o intencionado en tu manera de crear? ¿Por qué?

"Quizás no sea tanto obsesión y sí el entramado de mi arquitectura literaria, mi 'técnica combativa', mi fábrica de juegos (a la manera de Paul Valéry). En cualquier caso, todos mis caminos van a Roma, a París, a Londres, a La Habana, a donde vayan mis idealizaciones y mis sueños. De una manera inconsciente".

Los autores que abrazas en tus versos creo son los mismos que han marcado tu poética. ¿Con cuál de ellos te hubiera gustado conversar en la vida real?

"Sería muy conversador entonces, porque la cantidad de autores con los que apreciaría tener diálogos, comunión, complicidades, se parece mucho a una cifra casi infinita, y no solo escritores, también cineastas, músicos, filósofos, pintores, deportistas. Creo que intentaríamos cambiar un poco el mundo, o cambiar algunas cosas del mundo".

¿Tienes alguna estrategia o mecanismo trazados para escribir? ¿Cuáles son tus motivaciones y derroteros?

"Escribir es casi penitencia, oficio nada glorioso muchas veces. Escribo para versionar una realidad desde una realidad atrasada o inmerecida. Años muy atrás tuve rituales, más disciplina, horarios estrictos para la escritura. Ahora parece imposible. Ahora tengo peleas por todas partes, las de adentro, esas que vislumbra un escritor en su lucha contra palabras muertas o por nacer, y las de afuera, esas que nos obligan a salir a encontrar sustento o sobrevida".

Termina la frase: Los ángeles que habitan como leitmotiv en mi poesía son…

"Mis ángeles son desobedientes, pero de una desobediencia civil y lírica, comprometidos con el idilio hacia la febrilidad y el honor, el honor de quienes perdieron todas las guerras y aún procuran que el campo de batalla no termine".

A pesar de que tu sujeto lírico viaja por el mundo, no dejas de aterrizar realidades que nos atañen a todos en la Isla. ¿Sentido de pertenencia? ¿Condición existencial? ¿Diálogo necesario? ¿Cómo catalogarías eso?

"Lo que puedo, con humildad, y nada de arrogancia, será reconocer un sitio privilegiado entre quienes ofrecemos testimonios, a ratos hirientes, a ratos desgarrados, de una realidad social y cultural que no es la misma para todos".

También eres un excelente narrador. En ese sentido, ¿qué espacios interiores (piel adentro) llena la poesía que no lo hace la narrativa?

"Son dos hermanas siamesas que se llevan bien a veces y, en otras, se llevan muy mal. A mí no me interesa separarlas, prefiero que permanezcan en ese juego de rivalidades compartidas. Como poeta soy más intuitivo, como narrador me preocupa más lo que esté fuera de mí, lo que tengo que falsificar. Las fascinaciones pueden convenir en una misma dirección, los resultados también".

Esquivel habla de VidalHáblame del proceso de creación del poemario. ¿Nacimiento planificado o no? ¿Difícil o fácil? ¿Dulce o amargo?

"Difícil lo que rodeó la escritura. Difícil su tiempo de emergencia. En medio de un caos colectivo, atravesando la pandemia. Entonces escribí un libro de viajes sin moverme prácticamente de casa. Concebí un artefacto corrosivo, irónico, con demasiadas tristezas arriba. La poesía hace improbable cualquier máscara, sobre todo las de uno".

¿Por qué preferiste viajar en La guagua de Babel a través del verso libre?

"Me encanta la décima, publiqué libros que fueron reconocidos en varias direcciones y hace poco escribí otro bajo ese molde poético, pero debo reconocer que le temo a la décima, porque encadena y acorrala, te asfixia de forma irresistible. Prefiero la fluidez, donosura, el aluvión de lo que no se puede aprisionar. La guagua de Babel procura ese territorio que no conoce fronteras, ni límites epocales, o de cualquier índole. Es ruta inapresable, estampida".

¿Cómo logras ser original en una tierra de tantos poetas?

"Eres original cuando no te pareces demasiado a tus contemporáneos. Sin embargo, nadie es completamente original. La originalidad constituye un asunto que resuelven los condenados de cada época. Resulta un martirio y un gozo. Los plagiarios e imitadores no te invitan a sus fiestas, a sus grupos, porque la carga es pesada, porque sus equipajes son ligeros. De la única manera que se puede ser totalmente novedoso es caminando hacia atrás, hacia una cueva repleta de indestructibles maestros".

Qué te dice tu voz interior, ¿satisfecho o insatisfecho con lo que escribes?

"Inconforme. Soy un peleador. Un peleador pesimista y muy abrumado por las contiendas. Aun así, busco en cada libro una provocación para enhebrar la próxima trayectoria".

¿Qué aderezos encontrará el lector en el texto?

"La honestidad de un poeta, su almacén de inconformidades, sus inextinguibles alimentos culturales".

Ganar el premio más importante de poesía en Cuba… qué dicha ¿eh?

"Un premio ganado por grandes y admirados poetas en este país. Saborear esa lista resulta banquete de alto privilegio. Uno no escribe para los premios, pero sería poco sincero si no reconociera que son imprescindibles. Por lo que legitiman, jerarquizan o visualizan de tu obra, y por evidentes razones económicas.

¿Cuáles poemarios actuales recomiendas leer?

"Recomiendo leer todo lo que se pueda. Si es bueno, mejor. Si resulta extraordinario, entonces mucho mejor. Recomiendo buscar entre poetas contemporáneos norteamericanos, irlandeses, latinoamericanos, rusos, y de Cuba, por supuesto. Y volver siempre a los clásicos, que nunca están en el mismo sitio. Se esconden y hay que salir a encontrarlos".

¿Cómo valoras el estado de salud de la poesía contemporánea cubana?

"Excelente. Cuba tiene ahora mismo a varios de los más ilustres poetas de la lengua española. Con tal aseveración, muy mía, no es difícil reconocer un paisaje literario ultradistintivo. Quizás José Kozer sea (muchos lo consideran así) el más grande en el idioma nuestro, y campean nombres con poéticas insurgentes y audaces, en un team demasiado glorioso: Carlos Augusto Alfonso, Leymen Pérez, Frank Castell, Oscar Cruz, Legna Rodríguez, Alberto Garrido, Israel Domínguez, Damaris Calderón, José Luis Serrano, Jorge García Prieto, Nelson Simón, Laura Ruiz, Soleida Ríos, Ricardo Alberto Pérez, Javier L. Mora, Jamila Medina, Pedro Marqués de Armas, y unos cuántos más".

¿Qué nos falta para avivar la llama de la poesía a nivel de país?

"La poesía no se puede enseñar en un seminario. La poesía no se aprende. Lo de la legitimación de autores es otra cosa. Lo de promover con eficiencia y sensibilidad tiene que ser una asignatura diaria para muchos. Casi siempre la buena poesía se escribe desde la indócil felicidad, desde el trágico renunciamiento".

esquivel en Pilón

¿Por qué un escritor de tu calibre aún permanece en una ciudad-sombra para muchos, pudiendo apostar por otra más cosmopolita? ¿Qué magia le ves a esta tierra de Opuntia y gente sana?

"Yo quiero con suficiente fidelidad a Elia, mi pueblo, que después llamaron Colombia, y quiero, con promiscua ensoñación, otros parajes entrañables: Guáimaro, Las Tunas, Pilón, Pinar del Río, Puerto Padre, Guantánamo y Santiago de Cuba, pero yo no tengo más territorios que esos que ocupan las personas que amo. En muchas partes, lejos o muy cerca".

¿En qué proyectos de libros trabajas actualmente?

"En muchos, a pesar del poco tiempo que me dejan las múltiples sobrevivencias que habito. Cuatro novelas sin terminar, un libro de cuentos, otro de ensayos.

Si fueras un poema, cuál te gustaría ser?

"Uno bien irracional (aunque todos lo son al final), en uno estremecedor, en alguno de los buenos que escriben mis buenos amigos, en uno que transite por los paisajes románticos ingleses, en cualesquiera de los de César Vallejo".

Si tu poesía tuviera el poder de cambiar algo del lado de acá de la hoja escrita, en la vida real, qué te gustaría que fuera?

"Yo creo que la poesía no va a cambiar peor cosa que a ella misma. Así ha sido desde siempre. Así será. Pero si la poesía pudiese cambiar algo, yo me atrevería a ilusionarme, y que ella removiera a muchas personas y las volviera otras: tolerantes, equitativas, bondadosas, plenas de justicia, paz y amor por el prójimo. Pero para mi dolor, y para el tuyo, seguro, debemos reconocer que esas personas cargan con los más infames poderes, los de la insensibilidad, el agravio y la intolerancia".

...

Y vuelve el poeta acompañado de otras voces. "Viajo porque no puedo despertar lejos de mí", se dice. Los anaqueles le agradecen su alrededor de 40 obras publicadas, pero más lo hace el lector, viajero imprescindible de la página que brilla. Gracias rapsoda, "los poemas deben recuperar ese enternecimiento".

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