Fidel en la construcción de estructuras metalicas

Las Tunas.- Durante cinco días, del 10 al 14 de abril de 1978, Fidel Castro desarrolló una intensa jornada de trabajo, en la que visitó 37 centros económicos, educacionales y de Salud. Ese recorrido lo llevó a las provincias de Ciudad de La Habana, La Habana, Matanzas, Cienfuegos, Villa Clara, Ciego de Ávila, Camagüey, Las Tunas y Holguín.

Después del periplo por tierra agramontina se dirigió al joven territorio de Las Tunas, al cual llegó poco después de la 1:00 de la tarde del jueves 13. El Comandante en Jefe y sus acompañantes fueron recibidos por Faure Chomón Mediavilla, miembro del Comité Central y primer secretario del Partido aquí. La comitiva que acompañó al Líder de la Revolución estaba integrada por Ramiro Valdés, Arnaldo Milián, Joel Domenech, Osmany Cienfuegos, Pepín Naranjo, Irma Sánchez, José A. López y Marcos Lage.

Dos obras centrarían la atención en la misma ciudad capital: la Fábrica de Botellas y la de Estructuras Metálicas, recorridas a inicios de año por Fidel. La construcción de la primera había iniciado en 1977 y se encontraba en la etapa de excavaciones y cimentación de los talleres, casa de mezclas, hornos, naves de productos terminados y otros.

El ilustre visitante se interesó por las características del suelo donde se realizaban las excavaciones y Faure le informó que era duro y rocoso. Justo en ese instante llegó Balbino Pérez, quien había sido condiscípulo del Comandante en el Colegio Dolores de Santiago de Cuba y se desempeñaba como responsable de Abastecimiento allí. Lo reconoció y juntos rememoraron anécdotas y colegas de entonces. Hasta recordó que Balbino era de Puerto Padre y se produjo un emotivo diálogo, interrumpido por la llegada del jefe de la obra, quien extendió un plano con la distribución de las edificaciones y los elementos más complicados por ejecutar.

Recorrido por el central Jesús Menéndez

El proyecto inicial estaba previsto para terminarlo en 1981, pero en la conversación se anunció que revisarían nuevamente el programa de ejecución y Fidel indicó que la estrategia fundamental era adelantar los hornos y la casa de mezcla, los elementos más complicados.

La segunda de esas industrias la construían en un área cercana, y hacia allá fue la delegación, seguida por numerosos obreros. En el sitio fundían uno de los cimientos. Se alentaba en ese enclave un fuerte movimiento emulativo y tanto los constructores nacionales como los asesores soviéticos trabajaban para cumplir el compromiso que habían hecho con el presidente cubano en su anterior encuentro, de concluir al año siguiente. “Esta obra sí va adelantada”, exclamó el hombre de verde olivo al comprobar que había columnas erigidas donde hacía poco efectuaban movimiento de tierra.

Con tecnología soviética, esa entidad estaba previsto que produjera 20 mil toneladas anuales de estructuras para la construcción de diversos emplazamientos. Fidel se interesó por la fabricación de las naves, las grúas que requerirían y averiguó si los equipos estaban completos. Chomón le notificó las medidas para evitar pérdidas. “¡Qué bonita va esta fábrica!”, exclamó y a manera de despedida felicitó a los constructores.

Pasadas las 2:00 de la tarde, los vehículos se pusieron en marcha por la carretera de Puerto Padre. El municipio de Jesús Menéndez era la meta siguiente y cerca de las 3:00 la caravana arribó a la Fábrica de Tableros de Bagazo, que se construía junto al central y cuyas dimensiones superaban a las anteriores industrias recorridas.

La obra estaba en fase de movimiento de tierra y se disponían a iniciar las excavaciones y cimentaciones. El egregio dirigente indicó que había que velar por el cuidado y mantenimiento de los equipos almacenados en los alrededores, sobre todo, aquellos que podían ser afectados por estar a la intemperie. Señaló que era importante empezar de inmediato las excavaciones y fundir los cimientos y las columnas.

Seguidamente, se dirigió al central, donde sucedieron cálidas escenas de afecto y cariño del pueblo, que irrumpió bulliciosamente en la entrada del ingenio y zonas aledañas al saber de su presencia.

En compañía de Francisco Mendrel, director de la empresa, hizo un breve trayecto por el área de los molinos, saludó a numerosos obreros y dialogó durante largo rato con dirigentes y el colectivo sobre la marcha de la zafra en esta unidad, muy afectada por las lluvias y que aprovechaba los días de oreo para avanzar.

El Comandante en Jefe formuló numerosas preguntas sobre la estrategia para elevar la capacidad de molida, pues de un plan de 130 mil toneladas de azúcar, tenía hasta ese momento 74 mil y se contemplaba continuar activo hasta junio para cumplir la meta trazada. Su capacidad de molida diaria era de 700 mil arrobas de caña y debía llegar a 900 mil antes de 1980, mediante algunas inversiones que se introducirían y un aumento en el transporte de la caña por ferrocarril y camiones.

Durante la cita, el obrero Griseldo Peña Ramírez le informó al líder revolucionario que el central tenía al fondo una pequeña planta procesadora de cera y hacia allí fueron. En el recinto estaba refinando, en forma experimental, cera cruda extraída de la cachaza, con la cual obtenían aceite esencial, resina y cera refinada.

A la salida, se había conglomerado un jubiloso público que gritaba: “¡Fidel, Fidel, Fidel!” y que se entusiasmaba al acercarse a ellos, como muestra popular de afecto y cariño que brindaron los vecinos del lugar. Sería la despedida de un circuito que tendría otro capítulo en la provincia de Holguín.

La revista Bohemia reseñó la ocasión: “Fidel dejó no solo un extraordinario entusiasmo entre los trabajadores y el pueblo, sino también valiosas orientaciones y compromisos sobre las fechas en las que deben ser entregadas a la economía importantes fábricas. Trabajando sobre el terreno, en diálogo directo y continuo con dirigentes y obreros, mediante incontables preguntas y apoyándose en un fabuloso conocimiento de las construcciones y las inversiones industriales del país, sin tocar prácticamente un papel, Fidel estableció en cada caso los aspectos más críticos de las obras en ejecución, promoviendo la cooperación de diversos elementos, buscando soluciones y dejando trazada la estrategia correcta en cada obra para acelerar su marcha.

“La visita de Fidel fue una inyección de energía e impulso a la industrialización, a la zafra azucarera y demás tareas económicas. Es una escuela viva de estilo de trabajo revolucionario para cada obrero, o dirigente que pudo constatar sus laboriosas y creativas jornadas en este histórico recorrido”.

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