Norge Foto Rey

Las Tunas.- Mientras la caravana con las cenizas de Fidel recorría Cuba, rumbo a Santa Ifigenia, muchos hijos de estas tierras rememoraban sus propios encuentros con el Comandante en Jefe; algunos, más cercanos, otros, apenas un cruce de palabras o una mirada al descuido, un día cualquiera. En esa evocación estuvo Norge Santiesteban, fotógrafo por décadas de 26 y quien, en cinco ocasiones distintas, estuvo cerca del Líder.

“Supe de la existencia de Fidel y los rebeldes cuando era niño porque en el barrio se hablaba de eso constantemente. Recuerdo que mi padre tenía un arma en la casa y, cierta vez, se aparecieron unos hombres a buscarla, venían encapuchados para que no se les viera el rostro y lo único que supimos es que eran de los alzados contra Batista.

“Nosotros vivíamos en Calixto, Majibacoa, y, a inicios de 1959, llegó mi tío hasta allá y nos dijo que la Revolución había triunfado y que lo mejor era que saliéramos con él para la casa de mi abuela, acá en Las Tunas. Yo tenía 8 años de edad cuando eso.

“Salimos ese día en una camioneta y, en medio del camino, nos encontramos con el paso de la Caravana de la Libertad. Me quedé impresionado con todos esos barbudos que iban en los carros y nosotros ahí, entre ellos, buena parte del camino”.

Norge fue de niño a Niquero, Granma, y quizás sea uno de los pocos tuneros que vio allí, encaramado en unos burritos, al mismísimo yate Granma antes de ser ubicado en La Habana.

“Después en la escuela nos pidieron hacer una composición de un tema libre y escribí de esa experiencia, hasta la maestra se sorprendió con aquello”.

El niño que fue un día creció; se convirtió en corresponsal de prensa y el ajetreo que es propio de esta profesión lo llevó hasta Fidel en varias circunstancias de trabajo. “Estuve en actos por el 26 de Julio que se celebraron en Santiago de Cuba, Cienfuegos y en Las Tunas, también en dos recorridos suyos por el territorio; primero, en uno que hizo a Covarrubias, y después en el acto de fin de zafra que se realizó en el municipio de Jobabo.

“Pero lo más curioso que me pasó relacionado con él fue en un acto en suelo santiaguero. Resulta que supe que iría hasta allá unos cuatro o cinco días antes de que sucediera y la camarita con la que yo contaba solo hacía fotos a corta distancia, como se dice, que agarraba casi lo que estaba delante, nada más.

“Se me ocurrió inventar un lente con uno viejo que había aquí en el Periódico. Agarré un palo de madera, lo pinté, lo puse bonito y le acomodé un ajuste con el lente sujetado con dos clavos, y no se lo dije a nadie; lo metí en la mochila.

“Todo el mundo en el acto haciendo fotos y yo con pena de sacar aquello allí, pero medio ‘escondío’ lo enganché en la cámara y, en el momento oportuno, lo saqué”.

Entre sonrisas nos dijo que con ese “invento cubano” le hizo las mejores fotos a Fidel; y hasta aseguró que algunas andan en negativo todavía, sin revelar, traspapeladas entre sus cosas más valiosas.

Como él, muchos tuneros vieron pasar sus cenizas con la mirada entrecortada y el corazón enlazado a la memoria más íntima. Esa que nos convierte indisolublemente en parte del camino del hombre que hizo de Cuba un país distinto, marcado por el sendero difícil de la libertad.

 

 

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