carlos tamayo las tunas rey

Las Tunas.- Desde la comodidad de su sala, llena de cuadros de artistas plásticos y retratos de sus hijos y nietos, habla con la responsabilidad que lo caracteriza. Solo debes preguntarle por temas como la historia y la cultura para presenciar la pasión que emana de él: "He disfrutado estudiar las hazañas de este lugar donde nací, de su poeta y de su gran patriota".

Cuando le pregunto cómo se siente al ser reconocido como uno de los intelectuales de la provincia, su cara enrojece y expresa: "A veces siento pena, una pena ajena porque no me lo propuse. Es un título que asumo con modestia".

Carlos Tamayo Rodríguez, escritor, poeta e investigador, graduado en Letras en la Universidad de Oriente. Un hombre jocoso y elegante, orgulloso de ser tunero y cubano. Mantener un diálogo con él es adentrarte a la historia y nutrirte de ella.

Hablemos de su infancia, ¿cómo se recuerda de niño?

"Nací en la calle Lora, en una vivienda de madera con techo de zinc, y ahí transcurrió mi niñez con mis padres y mi hermano, al que le llevo siete años. Fue una infancia de un muchacho humilde y feliz, dentro de lo que cabe, porque la felicidad no es tener muchas cosas, ni padres que tengan una fortuna, sino llevarse bien, vivir en armonía y tener buenos amigos".

¿Cómo eran sus padres?

El origen de mis padres es campesino. Mi mamá vivía en el campo, en un lugar que le llaman Peloncitas, y mi papá nació en el barrio de Curana; después de casarse vinieron para Las Tunas. Ambos trabajaban, mi papá en el central de Jobabo y en la época de tiempo muerto lo hacía en una pequeña bodega que había en la casa, y mi mamá siempre estaba al frente de ese pequeño negocio.

¿En su familia existe alguna tradición que lleven de generación en generación?

"La tradición en mi familia paterna es la música. Mi padre era guitarrista aficionado y todos sus hermanos eran músicos: uno tocaba el tres, otro las maracas, otro cantaba y había un conjunto musical, incluso en algunos lugares los buscaban para que ellos se presentaran en las fiestas y recuerdo que también participé en algunas de esas fiestas siendo muchacho. Me desempeñaba en la percusión menor: los bongoes, las claves, las maracas y cantaba. Por la parte materna no tenemos ninguna".

Carlos hilvana remembranzas de su niñez para contarnos de sus viajes al central de Jobabo junto a su padre, donde conoció el proceso de elaboración del azúcar y del parque de juegos, que todavía existe, donde él pasaba gran parte del día siempre con la mirada de su progenitor desde lejos. Recuerda también las visitas a la casa del profesor Rafael Gamboa, en Las Tunas, donde escuchaba música clásica, que actualmente disfruta mucho y allí conoció lo que es apreciar la música.

También en la Primaria integró el grupo danzario dirigido por Orlando Marrero, y en Secundaria Básica fue alumno de canto de la soprano y pianista Amelí García; y se presentó como aficionado en varios escenarios de la provincia.

Háblenos de sus años de estudio en el preuniversitario Luis Urquiza Jorge y la Universidad de Oriente…

"Soy de la primera generación que estudió en el pre Luis Urquiza Jorge, hoy instituto preuniversitario vocacional de ciencias exactas. Antes los tuneros tenían que estudiar esa enseñanza fuera de la provincia, pero llegó a Las Tunas el comandante Faure Chomón Mediavilla en 1970 y, junto a otros compañeros que apoyaron su idea pese a las negativas, fundaron esa institución. Allí escribí mis primeros poemas en el año 1973 y nació mi amor por la escritura, la investigación y la poesía. Fundamos un taller literario que fue pionero durante el quinquenio gris, continué cantando hasta que terminé el preuniversitario, pero ya estaba proyectado más en las letras y la investigación.

"En la Universidad de Oriente viví intensamente cinco años, conocí y me relacioné con casi toda la intelectualidad santiaguera de aquel entonces, además de estudiantes de Periodismo y Letras que hoy son grandes profesionales. Hice la carrera entre el aula, el Archivo Histórico Provincial, las bibliotecas, la revista Mambí, la revista Santiago y el periódico Sierra Maestra, donde publiqué páginas completas: artículos y poemas. Así me mantuve colaborando, es decir, que los medios, el periodismo y la literatura han formado gran parte de mi vida".

Si no hubiese estudiado letras, ¿por cuál otra profesión se inclinaría?

"Me hubiera gustado estudiar canto. En la Universidad me hicieron unas pruebas, me dijeron que tenía voz de tenor, para que me uniera al coro de allí. Pero siento que al educarte la voz en estos conjuntos pierdes rango vocal y yo no me iba a adaptar a eso, entonces decidí cantar en el baño y no cantar en la agrupación coral".

¿Qué escritores cubanos y extranjeros tiene como referentes?

"Tengo como referentes a varios escritores santiagueros, especialmente a José Soler Puig, a quien le hice la entrevista más larga de toda su carrera. También se encuentra en esa lista Guillermo Vidal, Miguel Barnet, Nancy Morejón, Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Isabel Allende, Pablo Neruda y César Vallejo. Los tres José de Cuba no pueden faltar: José Martí, José María Heredia y José Lezama Lima. He leído mucho y la poesía latinoamericana es muy rica. Existe buena literatura y mala literatura, y la buena literatura siempre es la que recomiendo".

¿Cuáles han sido los temas que ha trabajado en la poesía?

"He tratado varios temas, no creo que sea monotemático, pues he escrito décimas humorísticas -no soy tan amargado en mi vida personal-, así como de temática narrativa-histórica, inspirados en la ciudad tunera y sus pobladores. Sobre el amor he escrito muy poco, pues me he dedicado más a vivirlo, y he abordado también sobre la amistad, la muerte y la familia. Mis hijos y nietos han inspirado algunos de ellos".

¿Qué significa la poesía para usted?

"La poesía es una forma más de comunicarme, mi manera más sensible de expresar cómo percibo lo que me rodea. Pronto estaré publicando una selección de textos que he recopilado desde mi juventud hasta ahora, la titulé Sobras completas. De todo lo que escribí, por cada poema sobreviviente de esos, debe haber 20 o 30 poemas rotos. Escribir bien o no escribir, Ernest Hemingway dice que el escritor debe tener un detector para saber qué sirve y qué no, y lamentablemente no todos lo poseen. No me duele haberlos roto, al contrario, prefiero que este libro tenga pocas páginas y no muchas infladas de cosas que no tienen calidad".

¿Qué lo impulsó a indagar sobre El Cucalambé y Vicente García?

"Las contradicciones me motivaron a investigar estas dos personalidades de la provincia. La figura de El Cucalambé es muy controversial y su desaparición misteriosa despertó mucho interés en mí, pues es el único escritor cubano desaparecido que no se sabe cómo murió. Vicente García me deslumbró, fue una personalidad que descolló como patriota desde muy temprano. Además, ocupó los cargos más importantes en la guerra por la independencia, y el hecho que sea considerado la oveja negra de la historia de Cuba son razones suficientes que me impulsaron a ahondar en su vida y escribí el libro Miedo a Vicente García, donde le hago justicia a su figura.

"Mi obsesión es la cultura cubana y su historia, porque el soporte de la cultura de un país es su historia. El origen de la cultura cubana es la guerra y ha estado en guerra hasta este momento. Las Tunas es muy importante en la historia del país, aunque no se quiera reconocer. Este pedazo de tierra oriental cuenta con una marcada heroicidad femenina y de los patriotas y mambises del pueblo".

Háblenos de sus primeros años de vida laboral.

"Me gradúo en el año 1979 y regreso, a pesar de querer quedarme en Santiago de Cuba, había que cumplir el compromiso hecho a Faure Chomón. Mi vida laboral comenzó en Radio Victoria como asesor de la programación, un inicio difícil y complicado. De ahí pasé a dirigir la Dirección Provincial de Cultura. Imagínate, en ese entonces tenía 25 años de edad y no contaba con la experiencia para liderar una institución que tenía muchos problemas; no obstante, dejé en claro las ganas enormes que tenía de echar para adelante la cultura.

"Me fui de Cultura Provincial y comencé a trabajar en la casa de cultura Tomasa Varona como especialista literario, ¡al fin ejercería mi carrera!, me sentí muy bien haciendo lo mío. Mi cuarto trabajo fue jefe de Redacción del periódico 26 cuando era diario, recuerdo que trabajamos arduamente en esa primera edición y allí apoyaron muchas de mis ideas, pues llevar la literatura al periodismo es muy difícil. Guardo la satisfacción de que el suplemento cultural Quehacer lleve el nombre que recomendé, y estuvo a mi cargo un tiempo hasta que me eligen vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).

"En aquel entonces no tenía sede, mi portafolio y un par de cuños eran el local. Después de dos años de mandato de Cristino Márquez asumí la presidencia y me jubilé en la Uneac, luego de 40 años de trabajo. Representé a los miembros de la Unión aquí durante 32 años".

¿Qué significan para usted esas más de tres décadas de dirección?

"La Uneac fue el centro de trabajo donde más tiempo estuve, donde pude realizar más sueños porque ya estaba dentro de la intelectualidad. Tuve la oportunidad de intercambiar con intelectuales del más alto nivel de este país, el privilegio de compartir con Fidel Castro y escucharlo de cerca. Creo que el mayor agradecimiento es a la cultura porque si estuviera en otro sector esto no me hubiese sucedido".

Satisfacciones e insatisfacciones en sus años de dirección en esta institución.

"Las experiencias positivas son muchísimas porque cuando se cuenta con el apoyo personal del ministro de Cultura y de quienes han dirigido la Uneac a nivel nacional tienes la seguridad de que te respaldan en tus proyectos e ideas, tienes que tener resultados, sobre todo si trabajas y tienes empeño en lo que haces.

"La insatisfacción es con la crítica, nosotros no hemos logrado aún en Las Tunas desarrollar la crítica artística y literaria, además de que en el país no existe una carrera de crítica y es muy importante porque la ausencia de crítica enferma el arte y la literatura, además de la falta de comprensión y respeto a las funciones de esta".

Carlos repasa lo imprescindible que es la crítica para el desarrollo cultural, que esta no solo la ejerce el especialista, también lo hace el comunicador, el periodista y los medios de difusión masiva, centros de cultura y consejos de cultura".

¿Cómo debe ser un intelectual?

"Eso es polémico, el intelectual es el resultado de muchas lecturas, de muchas especialidades y materias. El intelectual debe tener muchos conocimientos de humanidades, debe saber de historia, sociología, de todas las bellas artes, también de política, debe tener una cultura política y estar informado de todo lo que sucede a su alrededor".

Usted siempre ha tenido una vocación de promotor cultural protagonista de la cultura. ¿Cuán importante es el más allá de ser justa labor en estos tiempos?

"Es que disfruto tanto ayudar, saber que esas personas que estaban totalmente inéditas me confiaron sus versos, cuentos, escritos y se dieron a conocer a través de mí. Los conocimientos no deben ser solo para una persona, hay que compartirlos por eso siempre que puedo participo en eventos y talleres socializando los saberes.

"Ahora mismo estoy trabajando en un proyecto de exposiciones de fotografía artística, ya hemos hecho exposiciones presenciales y virtuales. Disfruto promover la obra de escritores y artistas, me parece que es un acto de justicia, además de ser una labor necesaria en estos tiempos".

Se me hace curioso que se refiera a Las Tunas como la Capital de la Vía Láctea y el Infinito. ¿A qué se debe esto?

"Los holguineros dicen que Holguín es la Provincia del Universo, y cuando promueven las Romerías de Mayo en su eslogan está desde hace años esa frase. A mí que me encanta mortificar a mis amigos con esa frase me dio por decir que si ellos dicen que son una Provincia del Universo nosotros somos la Capital de la Vía Láctea y el Infinito que son términos más abarcadores.

"Ahora cada vez que me refiero a Las Tunas le agrego esa frase y dentro de un tiempo verás. Vamos a ver qué pasa porque ya hay otra persona que lo hizo en su Facebook y cuando lo vi exclamé: 'Ya tengo uno en mi tropa', pero es una manera de referirme, de la misma forma que le dicen Balcón de Oriente o Ciudad de Puertas Abiertas".

Háblenos de las familias que usted creó.

"Tengo tres hijos, vivo orgulloso de ellos, son excelentes profesionales. Mi primogénita, Sandra Tamayo González, me ha dado un nieto y una nieta. Mi hijo, Carlos Tamayo Ramírez, nos ha dado, a Mayra, mi esposa, y a mí, tres nietos, dos de ellos nacidos en Brasil, donde él vive. Nuestra hija menor, Beatriz Tamayo Ramírez, reside en La Habana, es doctoranda.

"Mi hermano, Luis Carlos Tamayo Rodríguez, licenciado en Deportes, tiene dos hijas, es decir, tengo dos sobrinas, y tuvimos una hermana por parte de padre en La Habana que ya falleció, nos conocimos cuando yo tenía 25 años y ella procreó ocho hijos. En fin, tengo tres hijos, cinco nietos y 10 sobrinos.

"Mi familia, como muchas cubanas, tiene la disyuntiva de que todos no estamos juntos. Vivo en la calle donde nací, después de 23 años volví a este lugar. Somos una familia en la que nos llevamos bien. Lamentablemente, ahora Maira y yo tenemos el nido vacío".

Cómo le gustaría que lo recordaran.

"No me ha ocupado ni preocupado lo que suceda después de mi muerte. Ni si me olvidarán o recordarán, porque estoy vivo y muchas personas se han olvidado de mí. Mi familia y mis amigos verdaderos me recordarán de la misma manera que mantengo vivos en mi memoria a mis padres y a otras personas que mi cerebro no me permite olvidarlos. El cerebro es el causante del olvido. No recuerdo que anteriormente me hayan preguntado cómo quiero ser recordado. No lo sé, no depende de mí".

Ese es Carlos Tamayo, un hombre que vive orgulloso de sus raíces y que mantiene vivo en su ser al muchacho de barrio de la calle Lora.

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