
Las Tunas.- La vida de Teté Puebla está indisolublemente ligada a Fidel Castro. Es casi imposible establecer una conversación con ella que no circunde al Comandante en Jefe, su cercanía a él como miembro de la Columna 1, el hecho de que fuera la primera mujer que llegó a la Sierra Maestra y las tantas lecciones cotidianas que le dio, de primera mano, el Líder de la Revolución.
Porque Teté solo alcanzaba los 16 años de edad cuando subió a las lomas de oriente y se puso a sus órdenes, por allá arriba cumplió los 17 y también los 18; entre la vegetación espesa, primero, y los llanos de Holguín y Las Tunas, después.
Así lo contó a 26 en su más reciente visita a la provincia, mientras se mecía, satisfecha, en uno de los balances de la sede de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana en estas tierras.
“La Sierra fue muy difícil. No dormíamos apenas. Teníamos una sola muda de ropa y el agua nos caía encima con la lluvia. A veces nos tirábamos en la tierra misma y ahí quedábamos, porque los guardias estaban delante de nosotros. Pero éramos como hermanos todos y nos ayudábamos mucho.
“Alguien estaba cansado y pasaba otro compañero y se echaba la mochila encima. Hubo un tiempo, por 1957, en el que estuve sola allá arriba, hasta que subió Celia”.
De la mano de Fidel aprendió a tirar; porque Teté es fundadora del pelotón de Las Marianas (4 de septiembre de 1958), y participó en el bautismo de fuego de esa élite femenina, en el combate de Cerro Pelado.
A ella y a otras tres “Marianas” las envió el Comandante al llano en octubre de 1958. “Llegamos a Holguín el día 20 por la noche y nos incorporamos enseguida a las acciones del Movimiento 26 de Julio (M-26-7). Participé en la toma de Puerto Padre; también en La Cadena, un lugar en el que los pobladores para pasar por allí, antes de ese día, tenían que pagar 0,50 centavos”.
Teté aprendió con Fidel que no se abandona a nadie, jamás. Por eso era responsable de atender a los familiares de los rebeldes, a los descendientes de los guardias de Batista y los masferreristas, gente que había matado a cerca de 20 mil personas y se les protegía a los suyos, como tesoros.
De la mano del Líder aprendió el valor del trabajo constante, sin horarios ni excusas de ningún calibre. Eso les ha enseñado a sus tres hijos, a su familia toda; fiel y consciente de que cada día es posible hacer un poquito por todos los demás.


