26julio12

Las Tunas.- A propósito de la cercanía del aniversario 61 de la Federación de Mujeres Cubanas, 26 comparte historias de tuneras que desde su singularidad se sobreponen a las adversidades y crecen ante el reto de estar ahí, “donde se es más útil”.

Cuando le hablaron del proyecto Ecocardinal, aún en ciernes, pensó que calzaba exactamente con sus expectativas y esas licencias de conducir que había obtenido siete años atrás. Después los detalles la fueron enamorando y sintió, “como una especie de suerte de encontrar un espacio muy personal, desde donde hacerle frente a la pandemia, todos los días, con un propósito más grande que el miedo”.

proyecto eco cardinal 1

Yaidelbys Zayas es una de las 25 muchachas que integran en Las Tunas este proyecto de ciencia e innovación que contempla más de 10 servicios o propuestas y favorece el empoderamiento femenino, así como la protección del medio ambiente, desde la imbricación de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) en el territorio y la Empresa Provincial de Transporte.

“En este minuto soy la única que comenzó a prestar servicios -puntualiza Yayi (como la llaman sus amigos)-. Me favoreció el hecho de que ya tenía licencia de conducir. Cuando pusieron una moto eléctrica en mis manos para empezar a llevarles los medicamentos a pobladores vulnerables activé toda mi energía positiva y me dije: 'Ahora, para los barrios a ayudar a la gente'.

“En el futuro no solo repartiremos medicamentos, también vamos a entregar paquetería a domicilio proveniente de Aero Varadero y apoyaremos el transporte urbano, sobre todo, hasta áreas como los hospitales. Eso vendrá después y, por supuesto, con beneficios monetarios, pero por el momento esta moto se mueve de manera gratuita para apoyar las comunidades y luchar contra la Covid-19”.

Yayi tiene 36 años, es instructora de arte y confiesa que el proyecto hizo que se sobredimensionara para ella el concepto de ser una federada. “Soy camagüeyana, no conozco demasiado las direcciones, pero llegar a un hogar, donde sabes que te están esperando y ver el agradecimiento en la cara de los abuelitos, te marca de una forma extraña; te cambia”.

Detrás del timón, Yayi desafía las distancias y escucha historias de mujeres, de familias, de gente que necesita ayuda y que ahora, asegura, procesa de manera diferente. “Ecocardinal no solo ofrece empleo; existe para ayudarse, para tenderse la mano en esta época en la que las adversidades golpean de disímiles maneras”, comenta.

“Hay que tener mucha precaución ante la pandemia, mucha responsabilidad y, a la vez, mucho humanismo y voluntad de llegar hasta donde haga falta. El dinero y los beneficios no siempre son lo más importante, ni lo que mejor te hace sentir contigo misma”.

DEL AULA A LA ZONA ROJA

estud medicinaEl mismo día que le otorgaron la especialidad de Neumología, una necesidad imperiosa se conjugó ante siete brigadas de estudiantes de Medicina de quinto año: requerían personal, de manera voluntaria, para los centros de aislamiento en el municipio.

Lilianys Ramírez tuvo en ese instante la misma certeza que años atrás la enrumbó hacia las Ciencias Médicas. No lo dudó. Ese fin de semana comenzó una guardia de 24 horas en zona roja en el instituto politécnico de informática Simón Bolívar. Allí, entre los atavíos sanitarios (batas, gorros, mascarillas, caretas y guantes) vivió el anticipo más real de lo que significa luchar hoy, desde cualquier escenario, contra la Covid-19, y también el compromiso que recae sobre la bata blanca.

“Fueron jornadas duras -confiesa Lily- las guaguas entraban y salían constantemente. La evolución de los ingresados corría a nuestro cargo y el miedo a la enfermedad era una sombra que nos rondaba. Una compañera resultó positiva, nosotros ni siquiera estábamos vacunados, pero había que actuar sin vacilaciones.

“Tuve un adelanto de lo que será lidiar con los pacientes que llegan hasta tu buró con temor, preocupaciones, tensiones propias de la dureza de estos tiempos y esperan mucho de los médicos. En el centro de aislamiento las condiciones no eran las mejores y a veces nos tocaba dar explicaciones hasta de la logística del lugar, porque en esas respuestas estaba igualmente la tranquilidad de los enfermos”.

Para Lily, la especialidad que cursará durante los próximos años es una mirada al interior de la Covid-19. Sabe que cuando comience a trabajar le tocará hurgar de nuevo en el virus, con la pretensión de ir detrás de las huellas que deja en los pulmones, aunque la incipiente galena asegura que la Medicina no es para ella solo un diagnóstico, sino la evolución de un paciente, la suerte de salvar vidas.

“En estos momentos en que la situación epidemiológica es mucho más compleja de seguro estaré otra vez en zona roja -avizora la estudiante-. Mi mamá es una persona vulnerable, pero la profesión viene con cierta responsabilidad que ahora resulta ineludible”.

 PRODUCIR ALIMENTOS, PORQUE “TOCA”

caridadCaridad Idania Portillo tiene una singular responsabilidad como secretaria del buró sindical y como federada. Y es que la unidad empresarial de base (UEB) Guayabal, perteneciente a la Empresa Pesquera de Las Tunas, se ha propuesto enfrentar la Covid-19 desde el compromiso de seguir colocando alimentos en las redes del comercio.

“Me gusta mucho mi trabajo -confiesa Caridad-. Llevo 30 años de faena en la planta, como procesadora ostrícola, y aunque no es una labor fácil, yo lo hago con toda satisfacción. Proceso pescado, ostión y, la verdad, los olores son complicados, pero una les coge la vuelta y sabe que está en el frente de la producción de alimentos y eso es una prioridad.

“En este colectivo, en el que las mujeres somos mayoría, conversamos los problemas y buscamos soluciones. Aquí somos como familia. Ahora que la situación epidemiológica trastoca todo a su paso, se impone el reto de producir, de seguir aportando a la economía, más allá del cansancio. Este es nuestro escenario y día a día ponemos nuestro granito de arena, porque 'toca'. Que no esperen menos de nosotras”.

Caridad, en la industria procesadora, tiene su impronta en el quehacer sindical. Con casi tres décadas dedicada a estos menesteres, comparte las claves de éxito para seguir fiel a las demandas colectivas: “Estos son tiempos de unión, de dejar a un lado las individualidades y los obstáculos, para poder pensar y actuar a favor del pueblo”.

DESDE "EL ESFUERZO"

Yanelis Hernández Sousa, junto a su familia, ha escrito una historia peculiar en el municipio de Jesús Menéndez, en la finca El Esfuerzo. Sus predios se distinguen por la prosperidad y por saber conjugar los conocimientos de la ciencia y la técnica con las labores del campo.

Para Yanelis vivir allí resulta una bendición, y aunque con el alba comienza su faena a cargo de diferentes especies de aves, cerdos, chivos y carneros, en esos escenarios ha encontrado una vocación que hoy le ha ganado seguidores más allá de su terruño.

yanelisMuchos le han conferido como su mayor don el de la elaboración de productos derivados de la leche de cabra. El que ha probado el yogur hecho por ella con esmero, sabe que delicia es su mejor calificativo. "Cuando cumplimos con las entregas de la leche, destinamos el líquido que nos queda para queso, yogur, requesón, mantequilla, bolitas de queso y otros tantos alimentos que se pueden hacer. No puedo estar paralizada, tengo siempre ganas de dar más, de dar todo lo que se pueda. Es mi alegría y lo hago con el corazón”, detalla.

Y eso precisamente lo comprueban quienes visitan esta finca para conocer de sus experiencias. “Hasta aquí han llegado personas de Cuba entera y del extranjero, profesionales, científicos y hasta dirigentes nacionales que se interesan por saber cómo hacemos para tener buenos resultados.

“Le debemos mucho a la capacitación que recibimos. Desde profesores universitarios hasta especialistas de la Agricultura y particularmente, de ganado menor. Aprender nuevas técnicas me permite aumentar mis conocimientos, producir más, lograr independencia como campesina. Es muy beneficioso ser dueñas de nuestro dinero, obtenido con el esfuerzo propio; lo que necesito, me lo compro.

“El Proyecto de Innovación Agropecuaria y Local (PIAL) ha contribuido ampliamente en nuestra preparación y en la motivación para crecernos en las producciones”.

Desde su hogar, Yanelis y su familia aportan al país. Sabe que sus faenas son decisivas en estos momentos y ella, con actitud y derecho, se siente soberana de sus parcelas y animales, máxima realización personal que defenderá siempre con orgullo y éxitos.

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