Las Tunas.- Fue en el patio de la Iglesia Católica que Las Tunas tuvo su primer cementerio, allá por 1790. Justo en ese lugar, en la actual zona que hoy ocupa parte del parque Vicente García y la tienda Casa Azul, bajo nuestros pies, reposan desde entonces los restos de no pocas personas.
Foto: Archivo.En 1847 la Necrópolis se trasladó hasta el sitio en el que se halla actualmente con el sonoro nombre de Cementerio de Colón. No fue hasta el siglo XX que pasó a llamarse como lo conocemos ahora: Cementerio Municipal Mayor General Vicente García González.
Textos añejos dan cuenta de que, cuando se construyó, tenía 45 varas de fondo por 44 de frente, una fachada de mampostería y el resto de tablas de jiquí. También afirman que en 1945 lo sometieron a una reconstrucción mediante colecta pública, tras un recaudo de mil 177 pesos.
Indudablemente el estado constructivo mejoró, aunque muchas tumbas de la parte delantera se perdieron para siempre.
El más antiguo nicho que atesora es el de la francesa Victoria Martinell, fallecida en 1860 (la madre, dicho sea de paso, de esa mujer valerosa que fue Iria Mayo, compañera en la vida del extraordinario soldado Charles Peiso).
El cementerio tunero, con un marcado estilo ecléctico, está dotado de un valioso nivel de arte funerario; con esculturas mayormente salidas del ingenio del español Nicasio Menza, quien radicó por aquí durante varios años, y casi todos los panteones abovedados salieron de la imaginación del marmolista local José Domínguez.
Recorrerlo ayuda a entender el llanto y los ardores de este pueblo. Un paso que dista mucho de ser placentero, pero encierra lo que hemos sido y atiza lo que vendrá; porque eso son los cementerios, reflejos de un lugar y de sus hijos.
¿A DÓNDE VAN LAS MIRADAS QUE UN DÍA PARTIERON?
No está colapsado el cementerio local. Es categórico Raúl Ernesto Martínez Rodríguez, subdirector de Higiene y Necrología en la Dirección Provincial de Comunales, cuando afirma esto a la grabadora de 26.
Se refiere a los tantos rumores en torno al tema que giran en la ciudad tras los años más cruentos de la pandemia de la covid-19 y el incremento evidente de los fallecidos entonces, lo mismo por la enfermedad, que por sus muchas secuelas. 
A pesar de eso, el directivo afirma que anda por ahí un proyecto que debe materializarse y dotará a esta comarca de un nuevo camposanto, en un sitio menos poblado y cerca de lo que será el incinerador de esta provincia. Y no, no da fecha de cuándo sucederá esto.
“Todo el trabajo es gradual y lo más importante es que la gente conozca que se está laborando y que Las Tunas tiene otros cementerios en sus zonas urbanas y no son solo para las comunidades donde están enclavados, es para toda la población del municipio”.
Por él supimos que no todas las personas concurren en el tiempo en que se les cita para exhumar el cuerpo de sus familiares difuntos y eso dilata la desocupación de bóvedas; y también que se suceden otras indisciplinas, algunas, por cierto, no son exclusivas de aquí, en buena parte del país se carga con dilemas afines.
También 26 tuvo cosas para contarle. Y le hablamos de las personas consultadas para estas líneas que dieron cuenta de los robos de jardineras, libros y otros elementos de las tumbas y de las tantas voces que nos dijeron, algunos no quieren ver su nombre publicado en algún lugar, que “los mismos que roban, después te ponen cara triste y te vuelven a vender el mismo recurso pasándole una manito de pintura”, en lo que es un acto de bajeza humana descomunal, por decir lo menos.
Raúl no mostró gran sorpresa ante nuestro hallazgo. “Este tema del hurto y los hechos vandálicos en el cementerio se ha seguido bastante. El lugar no se ha podido iluminar de la manera correcta, tampoco está completa la cantidad de agentes de seguridad y protección que lleva el sitio; entre otras cosas porque muchas personas han dejado claro que no están dispuestas a trabajar en este lugar. Algo que está dado porque tenemos una idiosincrasia muy arraigada con respecto a estos temas y entonces, por asuntos culturales y demás, se dificulta cubrir la fuerza de trabajo”.
Sabemos que el crecimiento de la ciudad también le ha traído otros males a la instalación. Por ejemplo, la comunidad alrededor está muy pegada a sus muros, varias casas unidas a él y eso hace que también las indisciplinas del barrio lo afecten.
Algunos vecinos nos contaron que sí, es mucho más fértil la tierra en sus patios y hasta los niños juegan en sus lugares, medio escondidos, preñando de vida sus hendijas. Sin embargo, cuando les preguntamos de robos y daños dijeron no saber, nada de nada; y apuraron el paso, hoscos.
Raúl Ernesto Martínez, más explícito, hizo una reflexión final, como un pedido. “Es bueno que las personas, por favor, vayan al cementerio siempre con el objetivo de honrar a sus familiares, no de destruir el lugar. También, que quienes tengan interés en construir allí, por tener panteones familiares y demás, hagan el proceso como está establecido, para evitar la paralización de las obras por falta de documentos o que se mantenga sucio y todo desordenado.
“Es importante recordar que, aunque usted sea el propietario de alguna instalación, esta se encuentra dentro de un terreno que es estatal y lleva un proceso, por lo que debe acercarse a los administradores del cementerio para que ellos lo guíen con respecto a estas actividades y que ayude a cuidar la instalación”.
¿QUÉ CAMINO LLEVA LO COMÚN, LO DE TODOS LOS DÍAS?
Es muy escasa la cultura cementerial de los tuneros y, me atrevo a decir, de los cubanos en general. Por eso este medio escuchó, con beneplácito, de proyectos que intentan recuperar los archivos y datos del lugar; y hasta de algunos que hablan del sueño de informatizar sus servicios.
Más allá de eso, es ese un espacio sagrado; el sitio al que todos llegaremos un día, del que nadie regresa y que no vale la pena llevarse nada. Para algunos, el fin del camino; para otros, el comienzo de un viaje de almas que marca vueltas espirituales en el entramado de la existencia.
Y, como si ya la muerte no doliera demasiado, está siendo ultrajado el sitio de reposo de los difuntos y es esta una situación lamentable, conocida a vox populi, y denunciada por la prensa, las autoridades y la sociedad en distintos momentos y diversos espacios.
Es indispensable juntar manos y entronizar medidas concretas para revertirlo; nada es más cruel que la inoperancia, ni más peligroso que la permisibilidad extrema.
Es terrible que ya se vean como algo habitual los daños a un cementerio, a sus espacios, sus muertos, que algún día fueron nuestros vivos, y mañana podemos ser nosotros mismos. ¿No le parece?
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