Róger Batista Chapman

Las Tunas.- Mira hacia atrás y ve con satisfacción el camino recorrido. Ya tiene 74 años de edad y su vida ha sido intensa, plena, activa, desde que allá por los campos de Rojas, en Chaparra, andaba con su padre en las faenas agrícolas, por las sabanas, el río, los árboles, junto a sus 12 hermanos que acunaban un hogar muy humilde, pero feliz.

Y se ve en aquella escuela de instrucción revolucionaria con 14 años, luego como alfabetizador en la zona donde nació, al lado de Rigoberto Batista Chapman, su hermano mayor, con quien tenía una afinidad especial, por lo que siempre quería andar con él, era su ejemplo personal, primero como combatiente del Ejército Rebelde y luego como jefe de la Policía en Puerto Padre.

“Cuando en 1965 Rigoberto muere en la Lucha Contra Bandidos, allá por la Guinea de Manatí, yo estaba en el Servicio Militar en La Habana y quedé destrozado con la noticia. Me negaba a creerlo, no solo porque él tenía 31 años, lleno de vida y sueños, sino por su carácter jovial y su amor hacia mí. Eso acabó con parte de mi adolescencia, de mi alegría”.

En 1974, a Róger Batista Chapman lo ascendieron a oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y comenzó a laborar en la dirección de la Defensa Civil, donde se desempeñó por tres décadas, tiempo en el que se preparó en dos cursos en la antigua Unión Soviética y dio su aporte para preservar la vida de la población y los recursos del Estado ante situaciones de desastre.

Hace apenas unos días terminó como presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana en Las Tunas, tarea a la que dedicó los últimos 19 años, lo cual le permitió relacionarse con los más humildes que estuvieron en la Clandestinidad, el Ejército Rebelde, la Lucha Contra Bandidos, en el internacionalismo, entre otras misiones.

“Algo que me marcó fue trabajar con el Comandante Juan Almeida Bosque, ser muy especial, con unas características excepcionales y una visión extraordinaria”.

¿Cuáles considera las mejores etapas dentro de sus responsabilidades?

“Tres momentos: la Campaña de Alfabetización, las Fuerzas Armadas Revolucionarias, a las que estoy ligado desde hace más de medio siglo, y, por supuesto, la Asociación de Combatientes”.

Hoy Chapman es teniente coronel, se va a jubilar para dedicarles tiempo a sus cinco hijos y ocho nietos, que le llenan la vida; y a los tres hijos que dejó Rigoberto. Por lo menos eso es lo que piensa.

“Me jubilo solo como trabajador, porque sé que siempre habrá algo que hacer, aquí en el barrio, en cualquier espacio, con la Revolución. Bien lo dijo Fidel, que los revolucionarios nunca se retiran”.

Uno de los nietos llega y le pregunta por la pelota. Entra a su casa porque es la tercera vez que se la pide. Después, lo mira desde el balcón cuando baja las escaleras corriendo para echar un piquete con sus amigos del barrio. Se le nota la felicidad de entregarse ahora casi por completo a los más pequeños de la casa, después de haber cumplido con la Patria, por la que dio la vida su hermano y por la que su familia ha entregado todos sus esfuerzos con el propio ejemplo de sus padres, para él, pichones de mambises.

Escribir un comentario

Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Código de seguridad
Refescar