A propósito de celebrarse la Semana Mundial del Glaucoma, 26 indaga sobre la incidencia de esta enfermedad que hoy constituye la primera causa de ceguera en suelo tunero
Las Tunas.- El murmullo típico de los adolescentes juntos colorea el reto. Las cabecitas ataviadas de tantísimos temas de novedad confluyen frente a la pantalla del televisor. Algunos tienen la mirada perdida más allá de las puertas de la secundaria básica Carlos Baliño, en esta ciudad, otros guardan la atención únicamente para el celular. Entonces, la serie televisiva Calendario hace añicos cualquier distancia… Todos están atentos.
La profe Amalia es la heroína colectiva por sus agallas, la pasión con la que cuida, anima y regaña a la misma vez. Pero una de las docentes jóvenes que comparte también sus empeños, la profe Odalys, padece una enfermedad peculiar. “¿Cuál será?, ¡glaucoma!”. Este hecho convoca a un equipo médico para llevar la prevención a los salones estudio y encauzar los mejores comportamientos en defensa de la visión.…
Noraidis Suárez Estévez, especialista de Segundo Grado en Oftalmología y al frente desde el 2019 del Proyecto Prevención de Ceguera por Glaucoma, asegura a 26 que no es casualidad que se lleven hasta niños, adolescentes y jóvenes los conocimientos elementales sobre este padecimiento, pues justamente en la asimilación de sus factores de riesgo y otros aspectos puede estar la oportuna intervención al respecto.
En la provincia existen cuatro mil 628 discapacitados visuales, para una tasa de 4,5 por cada mil habitantes, de ellos están ciegos 785. La edad promedio: 58,6 años. El glaucoma es hoy la primera causa tanto de ceguera (21,5 por ciento) como de debilidad visual (35,6). Durante el 2023 fueron peritados 53 pacientes por esta razón y constituyó, además, la primera causa de invalidez total con 20 casos.
Ante tal realidad, Suárez Estévez comenta que en Las Tunas resulta vital la realización de estudios epidemiológicos para el conocimiento de la magnitud del glaucoma y la ceguera que puede traer aparejada. Enfatiza que es primordial su prevención, por la trascendencia y repercusión económica en el individuo, la familia y la sociedad.
¿QUÉ ES EL GLAUCOMA?
La especialista lo define como una enfermedad de los ojos que afecta el nervio óptico. “El nervio óptico es como un cable eléctrico que lleva información del ojo al cerebro. Si se daña el nervio, puedes perder la visión”, precisa. Resalta entre las causas más usuales de pérdida completa de la visión en el mundo.
Aclara que el término encierra un grupo de entidades que comparten como característica común el daño en el nervio óptico y en la capa de fibras nerviosas de la retina, con su consecuente daño posterior en la función visual. No es una sola enfermedad, sino un conjunto de patologías que llevan el nombre de glaucoma con un apellido, de ahí la importancia de que cada paciente sepa qué tipo padece.
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Detalla la experta que la sensibilidad al contraste es uno de los primeros elementos en la calidad de la función visual que se altera en el glaucoma. Se puede presentar dificultad para ver si el día está muy nublado, y resulta difícil encontrar objetos del igual color situados en un mismo plano. “Presentan también problemas para ver de noche (nictalopía). Las células encargadas de la visión nocturna que están en la retina se llaman bastones, se localizan de forma más abundante en la periferia de la retina, que es por donde comienza el daño en el campo visual del paciente de glaucoma. Con frecuencia los enfermos describen ver aros alrededor de las luces artificiales -agrega.
“La visión que se afecta más en el glaucoma y por donde inicia el perjuicio es la periférica; o sea, la visión con la que, sin necesidad de mover la cabeza, somos capaces de percibir todo el entorno cercano. Muchas personas tienen un estado avanzado de la enfermedad, el nervio óptico está en atrofia y conservan la visión central con 20 de 20, por lo que las actividades cotidianas las realizan sin mucha dificultad.
“Por esta razón no perciben el daño, pero tienen un campo visual muy reducido y es frecuente que tropiecen con mesas y demás, pues no son capaces de percibir todo su espacio. Y se vuelven recurrentes los accidentes como quemaduras en la cocina y las caídas, porque se afecta la visión de profundidad”.
Con reiteración, los pacientes refieren quemazón, escozor, pinchazos, lagrimeo, sequedad, picor, dolor y/o cansancio ocular y sensación de cuerpo extraño.
HUELLAS Y FACTORES DE RIESGO
“Es una enfermedad asintomática, pero se relaciona con múltiples factores de riesgo, en los que la edad juega un rol primordial. Comienza a partir de los 40 años, se incrementa después de los 60 y puede ser superior del 82 por ciento después de los 70 -especifica la galena.
“También hay que tener en cuenta la raza. Los descendientes hispanos y la raza negra tienen mayor probabilidad de desarrollar la enfermedad, esta última con prevalencia superior hacia la ceguera.
“Otros factores importantes son los antecedentes familiares. La bibliografía registra que entre hermanos el riesgo es cuatro veces mayor que en la población normal, y en los hijos, dos veces superior. Estas estadísticas varían según las regiones geográficas.
Al respecto, alega Suárez Estévez que su detección temprana resulta crucial para evitar daños permanentes en el nervio óptico y la pérdida de visión. El aumento de la presión intraocular debido al uso de medicamentos puede servir como una señal temprana de alerta para realizar exámenes oftalmológicos más exhaustivos y evaluar el riesgo de glaucoma.
“La visión que se pierde por este padecimiento es irrecuperable, pero la ceguera puede prevenirse con un diagnóstico en estadios tempranos, controlarla y seguirla en el tiempo.
“Entre todos los sentidos, los ojos son los que más comunicación nos permiten con nuestro entorno. Al verse afectado por patologías como el glaucoma, los pacientes cargan con un impacto muy negativo que nos reta como médicos. Hoy es común que llegue aparejado con depresión, ansiedad, incluso, intentos suicidas”.
La galena comparte su preocupación por esta afección visual en una población tan envejecida como la de Las Tunas, y alerta la necesidad de actuar oportunamente ante el llamado ladrón silencioso.
Los enfermos de glaucoma son propensos al deterioro visual, lo que puede contribuir al aislamiento social. Con frecuencia tienen dificultad para caminar, subir y bajar escaleras, con mayor riesgo de caídas y fracturas por pequeños accidentes en el hogar y en la calle. Las huellas de la enfermedad marcan a la persona y a la familia con una esquela de insatisfacción.
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Mientras se habla de glaucoma en la “Carlos Baliño”, hay interés evidente de ambas partes por algo más que las series televisivas. El desvelo de muchos médicos como Noraidis es lo que permite que esta pequeña semilla del conocimiento se multiplique y llegue en tiempo al hogar, hasta la silla del abuelito o a la preocupación de mamá. La iniciativa de sumar manos jóvenes es una garantía para “esa luz que hay que cuidar”.